Héleno, el profeta troyano que cambió de bando
I. Orígenes y rasgos
Héleno fue uno de los muchos hijos del rey Príamo y la reina Hécuba, hermano gemelo de Casandra y, como ella, dotado con el don de la profecía. A diferencia de su hermana, sin embargo, su don no estaba maldito: lo que Héleno predecía sí era creído, y sus vaticinios fueron determinantes tanto para la defensa como para la caída de Troya.
En algunas versiones menos conocidas, como ciertos fragmentos recogidos en autores tardíos, se menciona que Teseo liberó a Heleno tras su captura, aunque esta tradición es poco frecuente y podría responder a la influencia de relatos ajenos al ciclo troyano más canónico.
II. Un sacerdote y adivino en la guerra
Héleno participó activamente en la defensa de Troya, tanto como guerrero como sacerdote y consejero real. Al igual que Casandra, advirtió a sus padres sobre el peligro del Caballo de Madera, pero sus consejos fueron ignorados o desoídos en favor de intereses políticos o decisiones impulsivas.
Cuando Paris murió, Héleno aspiró a casarse con Helena, pero esta fue entregada a su hermano Deífobo, lo que provocó su enojo y —según algunas versiones— su abandono del bando troyano. Capturado o desertor, lo cierto es que Heleno terminó ayudando a los griegos, revelándoles secretos cruciales para conquistar Troya/Ilión: que solo Filoctetes, con el arco de Heracles, podía abatir a Paris; o que el Paladión debía ser robado de la ciudad.
III. El Paladión: el misterio de Atenea
El Palladion —también conocido como Paladión— era una imagen sagrada de Atenea que, según la tradición, garantizaba la protección de la ciudad que lo custodiara. Su forma más célebre fue la estatua de madera que se conservaba en Troya, y más tarde en Roma, como símbolo de seguridad divina.
Según las fuentes antiguas, el Palladion cayó del cielo frente a la tienda de Ilo, fundador de Ilión, lo que fue interpretado como señal de aprobación divina para fundar la ciudad. Se decía que mientras el Palladion permaneciera en Troya, la ciudad sería inexpugnable. Por eso, durante la guerra, Odiseo y Diomedes lo robaron como parte de una estrategia para debilitar la defensa espiritual de los troyanos.
La estatua representaba a Atenea Promacos, con lanza en una mano y rueca en la otra, y medía aproximadamente tres codos de altura. En algunas versiones, fue construida por la propia Atenea en honor a Palas, su amiga de infancia, a quien había matado accidentalmente.
Tras la caída de Troya, el Palladion fue llevado —según distintas tradiciones— a Argos, Esparta, Atenas, o incluso a Italia por Eneas, donde se custodió en el Templo de Vesta en Roma. En el año 241 a. n. e., durante un incendio, el pontífice máximo Lucio Cecilio Metelo lo rescató, quedando ciego por haberlo visto, ya que su contemplación estaba prohibida incluso para él.
IV. Vida tras la caída de Troya
Héleno no murió en la guerra. Tras la destrucción de la ciudad, fue capturado por Odiseo y entregado como esclavo a Neoptólemo, hijo de Aquiles. A diferencia de otros troyanos que fueron ejecutados o condenados al exilio, Héleno fue tratado con respeto debido a su don profético. En algunas versiones, Neoptólemo incluso le dio en matrimonio a su madre, Deidamía, aunque otras fuentes más conocidas afirman que Héleno terminó casándose con Andrómaca, la viuda de su hermano Héctor.
Su caso es notable por ser uno de los pocos troyanos que no termina en la miseria o la esclavitud. En las "Eneidas" de Virgilio, Eneas se encuentra con Héleno y Andrómaca en su camino al Lacio, y Héleno lo acoge con hospitalidad, ofreciéndole profecías y orientación para su viaje fundacional hacia Roma.
V. Perspectiva filosófica y simbólica
Héleno representa la sabiduría que no está atada al fanatismo ni al bando. A diferencia de Casandra, su voz es escuchada. A diferencia de Héctor, no muere en combate. Y a diferencia de Paris, no actúa por pasión sino por previsión. Su paso al lado griego puede leerse como una traición o, desde otra perspectiva, como un acto de supervivencia racional y clarividencia profética.
Algunos autores modernos lo han interpretado como una figura de ambigüedad moral: el sabio que sabe más de lo que conviene a cualquier bando, el diplomático que sobrevive al caos y logra restaurar la civilización en nuevos términos.
Comentarios
Publicar un comentario