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Mostrando las entradas etiquetadas como Poetry

"La dama vestida de blanco" por Francisco Villaespesa

Jardín blanco de luna, misterioso jardín a toda indagación cerrado, ¿qué palabra fragante ha perfumado de jazmines la paz de tu reposo? Es un desgranamiento prodigioso de perlas, sobre el mármol ovalado de la fontana clásica: un callado suspirar; un arrullo tembloroso… Es el amor, la vida… ¡Todo eso hecho canción! La noche se ilumina; florecen astros sobre la laguna… ¿Es la luna que canta al darte un beso, o el ruiseñor que estremecido trina al recibir los besos de la luna?

“En los funerales de un amigo” por Ciro Mendía

“El funeral” por George Grosz (1917-18) Qué exequias más hermosas, qué gentío, cuántas flores y sombras, cuánta pena, con su mutis quedó sola la escena, cuántas hojas caídas sin rocío. Qué silencio en las voces, y qué frío por el amigo muerto. Gime llena de angustia el alma por el alma buena, cómo me dueles, compañero mío. La amistad y el amor están presentes, la pluma y el talento están de luto, nieblas hay en los ojos, en las frentes. Y pienso al ver el fúnebre ajetreo que por razones de mi ceño hirsuto no irá a mi entierro nadie, ni yo, creo.

“Poema de Medianoche” por Safo de Lesbos

I. La autora y los fragmentos conservados Safo de Lesbos (ca. 650–580 a.n.e.) fue una poeta griega de la época arcaica, nacida probablemente en la ciudad de Ereso o Mitilene, en la isla de Lesbos . Pertenecía a una familia aristocrática y vivió en un contexto de importantes transformaciones políticas, sociales y culturales. Su obra, escrita en dialecto eólico, se centró en la poesía lírica, especialmente en composiciones destinadas al canto acompañadas de instrumentos como la lira. De su producción original, que se estima en nueve libros, ha sobrevivido menos de una décima parte. Los fragmentos que tenemos provienen de citas en autores posteriores, escolios, manuales de métrica y, sobre todo, de descubrimientos papiráceos como los Papiros de Oxirrinco y el Papiro de Colonia . Estos textos, a menudo incompletos, han sido objeto de reconstrucciones filológicas y poéticas que permiten vislumbrar la intensidad emocional, la precisión técnica y la riqueza simbólica de su obra. Uno de ...

"Yo voy soñando caminos" por Antonio Machado

Yo voy soñando caminos de la tarde. ¡Las colinas doradas, los verdes pinos, las polvorientas encinas!… · ¿Adónde el camino irá? Yo voy cantando, viajero, a lo largo del sendero… —La tarde cayendo está—. · En el corazón tenía la espina de una pasión; logré arrancármela un día; ya no siento el corazón . · Y todo el campo un momento se queda, mudo y sombrío, meditando. Suena el viento en los álamos del río. · La tarde más se oscurece; y el camino se serpea y débilmente blanquea, se enturbia y desaparece. · Mi cantar vuelve a plañir: Aguda espina dorada, quién te volviera a sentir en el corazón clavada .

"Junto al mar" de José Hierro

Si muero, que me pongan desnudo, desnudo junto al mar. Serán las aguas grises mi escudo y no habrá que luchar. Si muero que me dejen a solas. El mar es mi jardín. No puede, quien amaba las olas, desear otro fin. Oiré la melodía del viento, la misteriosa voz. Será por fin vencido el momento que siega como hoz. Que siega pesadumbres. Y cuando la noche empiece a arder, Soñando, sollozando, cantando, yo volveré a nacer. 

"Canción del pirata" por José de Espronceda

Con diez cañones por banda, viento en popa a toda vela, no corta el mar, sino vuela un velero bergantín; bajel pirata que llaman, por su bravura, el Temido, en todo mar conocido del uno al otro confín. La luna en el mar riela, en la lona gime el viento y alza en blando movimiento olas de plata y azul; y va el capitán pirata, cantando alegre en la popa, Asia a un lado, al otro Europa, y allá a su frente Estambul. «Navega velero mío, sin temor, que ni enemigo navío, ni tormenta, ni bonanza, tu rumbo a torcer alcanza, ni a sujetar tu valor. Veinte presas hemos hecho a despecho, del inglés, y han rendido sus pendones cien naciones a mis pies. Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria la mar. Allá muevan feroz guerra ciegos reyes por un palmo más de tierra, que yo tengo aquí por mío cuanto abarca el mar bravío, a quien nadie impuso leyes. Y no hay playa, sea cualquiera, ni bandera de esplendor, que no sienta mi derecho y dé pecho a...

"El Mar" por Jorge Luis Borges

Antes que el sueño (o el terror) tejiera mitologías y cosmogonías, antes que el tiempo se acuñara en días, el mar, el siempre mar, ya estaba y era. ¿Quién es el mar? ¿Quién es aquel violento y antiguo ser que roe los pilares de la tierra y es uno y muchos mares y abismo y resplandor y azar y viento? Quien lo mira lo ve por vez primera, siempre. Con el asombro que las cosas elementales dejan, las hermosas tardes, la luna, el fuego de una hoguera. ¿Quién es el mar, quién soy? Lo sabré el día ulterior que sucede a la agonía.

"LIV" por Juan de Arguijo

Labra Artemisa el grande mausoleo, que los altos pirámides afrenta del egipcio soberbio, y no contenta busca a su ilustre fe mayor trofeo.    Del tierno y casto pecho en nuevo empleo hacer sepulcro al muerto esposo intenta, cuyas cenizas, de su amor sedienta, bebe con ansias de inmortal deseo.    «Mal podrá, dice, la enemiga muerte de ti, dulce Mauseolo, dividirme, ni en largo olvido sepultar tu gloria.    Que de su injuria basta a defenderme mi pecho, más que el bronce y mármol firme, y eternizar mi amor y su memoria.»

"En un álbum de una dama con genio y sin pretensión" por Carolina Coronado

De ti, señora, me contó la fama que con ingenio vivo y alma inquieta renuncias a la gloria del poeta por no arriesgar el de modesta dama: pero dicen también que el dios del arte al verte abandonar su templo santo sintió la ausencia de tu ingenio tanto que a los poetas ordenó cantarte. Uno por uno con afán, señora, de Apolo te transmiten los favores, y yo también aunque infeliz cantora vengo a ofrecer a tu corona flores. Admite entre el laurel y la violeta este ramo no más de siemprevivas; aunque por ser modesta nada escribas, siempre tendrás renombre de poeta.

"A la muerte de Rubén Darío" por Antonio Machado

Si era toda en tu verso la armonía del mundo, ¿dónde fuiste, Darío, la armonía a buscar? Jardinero de Hesperia, ruiseñor de los mares, corazón asombrado de la música astral, ¿te ha llevado Dionysos de su mano al infierno y con las nuevas rosas triunfantes volverás? ¿Te han herido buscando la soñada Florida, la fuente de la eterna juventud, capitán? Que en esta lengua madre la clara historia quede; corazones de todas las Españas, llorad. Rubén Darío ha muerto en sus tierras de Oro, esta nueva nos vino atravesando el mar. Pongamos, españoles, en un severo mármol su nombre, flauta y lira, y una inscripción no más: Nadie esta lira pulse, si no es el mismo Apolo; nadie esta flauta suene, si no es el mismo Pan.

"LXXXIV" por Lope de Vega

Con nuevos lazos, como el mismo Apolo, hallé en cabello a mi Lucinda un día, tan hermosa, que al cielo parecía en la risa del alba, abriendo el polo. Vino un aire sutil, y desatólo con blando golpe por la frente mía, y dije a Amor que para qué tejía mil cuerdas juntas para un arco solo. Pero él responde: «Fugitivo mío, que burlaste mis brazos, hoy aguardo de nuevo echar prisión a tu albedrío». Yo, triste, que por ella muero y ardo, la red quise romper; ¡qué desvarío!, pues más me enredo mientras más me guardo.

"El llanto" por Alfonso Reyes

Al declinar la tarde, se acercan los amigos; pero la vocecita no deja de llorar. Cerramos las ventanas, las puertas, los postigos, pero sigue cayendo la gota de pesar. No sabemos de donde viene la vocecita; registramos la granja, el establo, el pajar. El campo en la tibieza del blando sol dormita, pero la vocecita no deja de llorar. ¡La noria que chirría! dicen los más agudos pero ¡si aquí no hay norias! ¡que cosa tan singular! se contemplan atónitos, se van quedando mudos porque la vocecita no deja de llorar. Ya es franca desazón lo que antes era risa y se adueña de todos un vago malestar, y todos se despiden y se escapan de prisa, porque la vocecita no deja de llorar. Cuando llega la noche, ya el cielo es un sollozo y hasta finge un sollozo la leña del hogar. A solas, sin hablarnos, lloramos un embozo, pero la vocecita no deja de llorar.

"Reto" por Julio Flórez

Imagen creada por David Durall Si porque a tus plantas ruedo como un ilota rendido, y una mirada te pido con temor, casi con miedo; si porque ante ti me quedo extático de emoción, piensas que mi corazón se va en mi pecho a romper y que por siempre he de ser esclavo de mi pasión; ¡te equivocas, te equivocas!, fresco y fragante capullo, yo quebrantaré tu orgullo como el minero las rocas. Si a la lucha me provocas, dispuesto estoy a luchar; tú eres espuma, yo mar que en sus cóleras confía; me haces llorar; pero un día yo también te haré llorar. Y entonces, cuando rendida ofrezcas toda tu vida perdón pidiendo a mis pies, como mi cólera es infinita en sus excesos, ¿sabes tú lo que haré en esos momentos de indignación? ¡Arrancarte el corazón para comérmelo a besos!

"Así" por Alfonsina Storni

Hice el libro así: Gimiendo, llorando, soñando, ay de mí.                Mariposa triste, leona cruel, Di luces y sombra todo en una vez. Cuando fui leona nunca recordé Cómo pude un día mariposa ser. Cuando mariposa jamás me pensé Que pudiera un día zarpar o morder.                Encogida a ratos y a saltos después Sangraron mi vida y a sangre maté. Sé que, ya paloma, pesado ciprés. O mata florida, lloré y más lloré. Ya probando sales, ya probando miel, Los ojos lloraron a más no poder. Da entonces lo mismo, que lo he visto bien, Ser rosa o espina, ser néctar o hiel.                Así voy a curvas con mi mala sed Podando jardines de todo jaez.

Invierno II de "Miserable"

Sarcófago etrusco (S. III a.n.e.)  En tu cuerpo duermo esta noche,  Apilado sobre tu carne, abrigado Sintiendo tu calor, tus formas Siento tus rosados labios  que me arrancan la boca. Siento que me quiebro, me rearmo, entre tus piernas, entre tu musculatura. Despojado de ropa entre tus brazos, sintiendo cada una de tus partes. Tus manos me recorren, me conocen. Tus ojos destellan un color claro. Ilumina el cuarto nuestro fuego, Y. sin embargo, estamos tan quietos... Ahora susurro palabras a tu oído, balbuceo deseos no descritos y escucho el quebrar de mis venas, (aún no puedo creer que estés aquí conmigo). Y rompiendo las murallas, entre sábanas, los espíritus se encienden en la noche y el ajenjo de Eros gira dentro nuestro. ¡Cuánta belleza, ardemos por dentro, entre brillos de lava y aromas de incienso! Llenan el aire los gemidos pasionales y afuera los fantasmas giran en círculo, consagrando este momento único. Y mientras, por las ventanas empañadas repetimos el sagrado...

"La loba" por Alfonsina Storni

"Chica frente un espejo" de Pablo Picasso (1932) Yo soy como la loba. Quebré con el rebaño Y me fui a la montaña Fatigada del llano. Yo tengo un hijo fruto del amor, de amor sin ley, Que no pude ser como las otras, casta de buey Con yugo al cuello; ¡libre se eleve mi cabeza! Yo quiero con mis manos apartar la maleza. Mirad cómo se ríen y cómo me señalan Porque lo digo así: (Las ovejitas balan Porque ven que una loba ha entrado en el corral Y saben que las lobas vienen del matorral). ¡Pobrecitas y mansas ovejas del rebaño! No temáis a la loba, ella no os hará daño. Pero tampoco riáis, que sus dientes son finos ¡Y en el bosque aprendieron sus manejos felinos! No os robará la loba al pastor, no os inquietéis; Yo sé que alguien lo dijo y vosotras lo creéis Pero sin fundamento, que no sabe robar Esa loba; ¡sus dientes son armas de matar! Ha entrado en el corral porque sí, porque gusta De ver cómo al llegar el rebaño se asusta, Y cómo disimula con risas su temor Bosquejando en el...

"Oda al viento"

Viento, llevas en tu vuelo el canto de los mares, el susurro de los bosques, el murmullo de los ríos. Viento, eres el mensajero de las voces olvidadas, de los pensamientos perdidos, de las esperanzas rotas en el eco del tiempo. Viento, moldeas la piedra con tus manos invisibles, despiertas las flores dormidas, agitas las hojas caídas. Viento, eres el espíritu libre que recorre el mundo sin descanso. Que lleva consigo los perfumes de la vida. Que esparce las semillas del tiempo. Acaríciame, roza tu mano generosa por mi pelo. Déjame soñar que me elevas en tu vuelo. Como fuerza atemporal, me liberas de mi mortalidad. Como poder invisible, me envuelve y protege tu bondad.

"Peso ancestral" por Alfonsina Storni

Tú me dijiste: no lloró mi padre; tú me dijiste: no lloró mi abuelo; no han llorado los hombres de mi raza, eran de acero. Así diciendo te brotó una lágrima y me cayó en la boca; más veneno yo no he bebido nunca en otro vaso así pequeño. Débil mujer, pobre mujer que entiende, dolor de siglos conocí al beberlo. Oh, el alma mía soportar no puede todo su peso.

"A mi madre" por Rosalía de Castro

I. ¡Ay!, cuando los hijos mueren, rosas tempranas de abril, de la madre el tierno llanto vela su eterno dormir. Ni van solos a la tumba, ¡ay!, que el eterno sufrir de la madre, sigue al hijo a las regiones sin fin. Mas cuando muere una madre, único amor que hay aquí; ¡ay!, cuando una madre muere, debiera un hijo morir. II. Yo tuve una dulce madre, concediéramela el cielo, más tierna que la ternura, más ángel que mi ángel bueno. En su regazo amoroso, sonaba… ¡sueño quimérico! dejar esta ingrata vida al blando son de sus rezos. Mas la dulce madre mía, sintió el corazón enfermo, ternura y dolores, ¡ay!, derritióse en su pecho. Pronto las tristes campanas dieron al viento sus ecos; murióse la madre mía; sentí rasgarse mi seno. La virgen de las Mercedes, estaba junto a mi lecho… Tengo otra madre en lo alto… ¡por eso yo no me he muerto!

"La muerte del mar" por Gabriela Mistral

Fragmento de "Las tres edades de la mujer" de Gustav Klimt (1905) El mar sus millares de olas mece, divino. Oyendo a los mares amantes, mezo a mi niño. El viento errabundo en la noche mece los trigos. Oyendo a los vientos amantes, mezo a mi niño. Dios Padre sus miles de mundos mece sin ruido. Sintiendo su mano en la sombra, mezo a mi niño.