Con qué alegría marchan los hombres a la guerra Con qué entusiasmo limpian y cargan sus fusiles Con qué fervor cantan sus himnos de combate Con qué ansiedad toman su puesto en la trinchera Con qué inquietud oyen el ruido de las bombas Con qué insistencia silban las balas en el aire Con qué lentitud corre la sangre por su frente Con qué estupor miran sus ojos el vacío Con qué rigidez yacen sus cuerpos en el barro Con qué premura son arrojados en la fosa Con qué rapidez son olvidados para siempre