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Las 7 Maravillas del mundo antiguo, testimonios de grandeza helénica

Las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, testimonios de grandeza helénica

El concepto de las Siete Maravillas surgió en la tradición helenística como compendio de las obras arquitectónicas y artísticas más extraordinarias del mundo conocido. Las fuentes clásicas, particularmente los escritos de Filón de Bizancio (siglo III a. n. e.), Antípatro de Sidón (siglo II a. n. e.) y posteriormente Estrabón en su "Geografía", establecieron este canon que refleja la visión griega de la excelencia técnica y monumentalidad.

I. Los Jardines Colgantes de Babilonia

Los Jardines Colgantes de Babilonia constituyen quizás la maravilla más enigmática. Las descripciones de Beroso -sacerdote babilonio del siglo IV a. n. e.- y posteriormente de Diodoro Sículo detallan esta construcción escalonada con terrazas ajardinadas, atribuida tradicionalmente al rey Nabucodonosor II (604-562 a. n. e.). La investigación arqueológica moderna, sin embargo, no ha podido confirmar su ubicación exacta, generando debates académicos sobre su existencia concreta. La destrucción de los Jardines Colgantes de Babilonia no tiene una fecha precisa ni un relato único, ya que su existencia misma está envuelta en misterio dentro de la tradición helena. Sin embargo, las fuentes antiguas y estudios modernos ofrecen algunas pistas sobre su posible desaparición.

Según algunas versiones, los jardines ya estaban en ruinas cuando Alejandro Magno llegó a Babilonia en el siglo IV a. n. e., lo que indica que su abandono comenzó poco después del reinado de Nabucodonosor II, su supuesto creador. La decadencia del Imperio Nobabilónico y los sucesivos conflictos habrían contribuido a su deterioro.

La destrucción total se atribuye a Evemero, un rey que habría quemado la ciudad durante una campaña militar en el año 126 a. n. e., según algunas fuentes posteriores. No obstante, esta afirmación no está respaldada por evidencia arqueológica directa, y muchos historiadores consideran que los jardines podrían haber sido destruidos gradualmente por el paso del tiempo, el abandono y los cambios políticos.

Además, hay teorías que sugieren que los jardines no estuvieron en Babilonia, sino en Nínive, construidos por el rey asirio Senaquerib. Si esta hipótesis es correcta, su destrucción habría ocurrido en otro contexto histórico.

II. El Templo de Artemisa en Éfeso

El Templo de Artemisa en Éfeso, documentado por Plinio el Viejo en su "Historia Natural", alcanzó fama por sus dimensiones colosales: 127 columnas de 18 metros de altura; y su decoración espléndida. Destruido y reconstruido múltiples veces, su última versión del siglo IV a. n. e. se convirtió en paradigma de la arquitectura jónica. Las excavaciones del British Museum en el siglo XIX corroboraron las descripciones antiguas. El Templo de Artemisa en Éfeso fue destruido por Eróstrato, un pastor que buscaba hacerse famoso a cualquier precio. En la noche del 21 de julio del año 356 a. n. e., prendió fuego al templo, reduciendo a cenizas una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo.
Su acto fue tan escandaloso que las autoridades efesias prohibieron mencionar su nombre bajo pena de muerte. Pero irónicamente, esa censura solo alimentó su leyenda: el nombre de Eróstrato sobrevivió gracias a historiadores como Estrabón y Teopompo.
Curiosamente, esa misma noche nació Alejandro Magno, y Plutarco bromeó que Artemisa no pudo salvar su templo porque estaba ocupada asistiendo al parto del futuro conquistador.

III. La Estatua de Zeus en Olimpia

La Estatua de Zeus en Olimpia, obra maestra de Fidias (hacia 430  a. n. e.), fue descrita minuciosamente por Pausanias. La imagen criselefantina del dios, de unos 12 metros de altura, representaba el culmen de la escultura clásica. Su desaparición en el incendio de Constantinopla (475) privó a la posteridad de contemplar esta obra que los testimonios antiguos consideraban sobrecogedora. El incendio de Constantinopla ocurrió en un contexto de gran inestabilidad política dentro del Imperio romano de Oriente. Aunque no se conoce con certeza quién lo provocó, se cree que estuvo relacionado con los disturbios que acompañaron la revuelta contra el emperador Basilisco, quien había usurpado el trono de Zenón.
Durante ese año, Constantinopla fue escenario de violentas luchas entre facciones imperiales, y los incendios fueron una consecuencia de los enfrentamientos entre los partidarios de Basilisco y los de Zenón. Cuando Zenón logró recuperar el poder, la ciudad ya había sufrido daños significativos, incluyendo incendios que afectaron barrios enteros.
Este evento no fue un incendio aislado, sino parte de una serie de disturbios que marcaron el declive de la autoridad imperial en la capital. 

IV. El Mausoleo de Halicarnaso

El Mausoleo de Halicarnaso fue documentado por Plinio y Vitruvio. Su estructura piramidal de 45 metros, adornada con esculturas de enorme valor artístico, dio nombre genérico a este tipo de monumentos funerarios. 

Mausolo fue un sátrapa de Caria, región ubicada en la costa suroeste de Asia Menor, dentro del Imperio Persa. Gobernó entre los años 377 y 353 a. n. e. Como parte de la dinastía hecatómnida fundada por su padre Hecatomno, Mausolo consolidó su poder actuando con gran autonomía frente al imperio. Trasladó la capital a Halicarnaso y promovió un florecimiento urbano, construyendo fortificaciones, templos, y un puerto. A pesar de ser persa en origen, Mausolo adoptó muchas costumbres helénicas y promovió la cultura griega en sus dominios. Se casó con su hermana Artemisia II, según tradiciones dinásticas orientales, y su unión fue también política. A su muerte en 353 a. n. e., Artemisia ordenó construir un mausoleo monumental en su honor.

El Mausoleo de Halicarnaso fue diseñado por los arquitectos griegos Sátiro y Piteo, y decorado por algunos de los más renombrados escultores de su época, como Escopas, Leocares, Timoteo y Briaxis. El monumento combinaba elementos arquitectónicos persas, griegos y egipcios, y coronaba la tumba con una escultura de Mausolo y Artemisia en una cuadriga. Fue considerado una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo por su extraordinaria belleza, complejidad y simbolismo.

Sin embargo, el mausoleo no resistió el paso del tiempo. Aunque sobrevivió durante siglos a diversas invasiones y saqueos, un devastador terremoto en el siglo XIV —probablemente en 1404— causó el colapso de gran parte de su estructura. La cámara funeraria fue saqueada en algún momento antes de las excavaciones modernas, lo que dejó pocas pistas sobre el enterramiento original. Posteriormente, los Caballeros de San Juan utilizaron sus restos para fortificar el Castillo de Bodrum en el siglo XVI.  En el siglo XIX, el arqueólogo británico Charles Newton excavó el sitio y envió muchas de sus esculturas y frisos al Museo Británico, donde aún se conservan.

V. El Coloso de Rodas

El Coloso de Rodas, gigantesca estatua de Helios erigida hacia 280 a. n. e. según relata Polibio, se alzaba en el puerto de Rodas hasta su colapso por un terremoto en 226 a. n. e. Aunque las fuentes difieren en sus dimensiones -entre 32 y 70 codos de altura-, coinciden en destacar su técnica innovadora de construcción con placas de bronce sobre armazón de hierro.

El Coloso de Rodas cayó en el año 226 a. n. e., apenas pocas décadas después de su construcción, a causa de un devastador terremoto que sacudió la isla griega de Rodas. Esta estatua monumental, dedicada al dios Helios, había sido erigida para conmemorar la victoria de los rodios sobre el asedio de Demetrio Poliorcetes. Con sus más de 30 metros de altura, fue considerada una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo.

El terremoto afectó gravemente la estructura, que se quebró por las rodillas y cayó al suelo. A pesar de las ofertas de reconstrucción por parte de otros gobernantes, los rodios decidieron no volver a levantarla, obedeciendo un Oráculo que interpretó la caída como voluntad divina. Los restos permanecieron en el lugar durante siglos, y según Plinio el Viejo, incluso derribado, el Coloso seguía impresionando por su tamaño.

Finalmente, en el año 654, durante una incursión musulmana, los restos fueron fundidos y vendidos como chatarra, según relata la Crónica de Teófanes, el Confesor. Se dice que fueron necesarios 900 camellos para transportar el bronce, aunque esta cifra ha sido puesta en duda por algunos historiadores.

VI. El Faro de Alejandría

El Faro de Alejandría, descrito por el viajero árabe Abú Haggag Yúsuf en el siglo XII antes de su destrucción definitiva, fue construido por Sóstrato de Cnido. Su estructura tronco-piramidal de unos 130 metros sirvió de modelo para toda la arquitectura farera posterior. Las investigaciones submarinas de Jean-Yves Empereur en 1994 recuperaron importantes vestigios.

El Faro de Alejandría fue construido entre el 280 y el 247 a. n. e., bajo el reinado de Ptolomeo II, se levantó en la isla de Faro frente a la ciudad de Alejandría, Egipto. Su función principal era servir como guía para los barcos, ayudándolos a entrar con seguridad en el puerto, especialmente en una costa plana donde era difícil orientarse. Con una altura estimada de entre 103 y 118 metros, era el tercer edificio más alto del mundo en su época.

Durante siglos, el faro resistió el paso del tiempo, pero no pudo escapar a la fuerza destructiva de la naturaleza. Entre los años 956 y 1323, varios terremotos sacudieron la región, debilitando su estructura. El más devastador fue el de 1303, con epicentro en Creta, que lo dejó prácticamente en ruinas. Aunque se intentaron algunas reparaciones, los daños eran tan graves que no pudo recuperarse completamente.

Finalmente, en 1480, el sultán mameluco Qaitbey decidió reutilizar los restos del faro para construir una fortaleza en el mismo lugar, conocida hoy como el Fuerte de Qaitbey. Así, las piedras del antiguo faro quedaron integradas en una nueva obra defensiva, que aún puede visitarse.

En 1994, arqueólogos franceses realizaron importantes hallazgos bajo el agua del puerto de Alejandría. Descubrieron bloques de granito, columnas y fragmentos escultóricos que probablemente formaban parte del faro original. Estos descubrimientos impulsaron propuestas para construir un museo subacuático que permita explorar las ruinas sin perturbar el entorno marino.

VII. La Gran Pirámide de Guiza

La Gran Pirámide de Guiza/Keops, única maravilla que perdura, fue medida y descrita por Heródoto. Su perfección geométrica -230 metros de base, 146 metros de altura original- y su antigüedad -hacia 2560 a. n. e.- despertaron la admiración de los griegos, que la incluyeron pese a ser ajena a su cultura. La Gran Pirámide de Keops sigue revelando secretos. En los últimos meses, varios descubrimientos han captado la atención de arqueólogos y curiosos por igual. El egiptólogo Zahi Hawass confirmó el hallazgo de nuevas cámaras en el interior de la pirámide, incluyendo una bajo la Cámara de la Reina. Estas cavidades fueron detectadas mediante muografía, una técnica para escanear estructuras sin dañarlas.
También se encontraron inscripciones jeroglíficas en hierático en cámaras superiores, incluyendo menciones a la diosa Wadjet, lo que refuerza la autoría egipcia del monumento.
Un equipo internacional descubrió dos anomalías subterráneas en el cementerio occidental de Giza, muy cerca de la Gran Pirámide:
Una estructura en forma de “L” de unos 10 metros de largo por 5 de ancho, a solo 2 metros de profundidad.
Una segunda anomalía más profunda, entre 5 y 10 metros, que podría ser una cámara funeraria o depósito ritual.
Estas fueron detectadas con radar de penetración terrestre (GPR) y tomografía de resistividad eléctrica (ERT), sin necesidad de excavar.

Al hablar de estas maravillas del mundo antiguo, el canon helenístico, compilado cuando la cultura griega se expandía por el Mediterráneo oriental bajo Alejandro Magno y sus sucesores, refleja no solo el asombro ante lo monumental, sino también la concepción griega de la técnica como medio para superar los límites humanos. La selección, que omite obras maestras como la Acrópolis ateniense, privilegia aquellas realizaciones que los viajeros griegos podían admirar en sus travesías por Egipto, Asia Menor y Mesopotamia.


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