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La quema del Eiresión


El Eiresión: Ritual de protección y renovación en las Boedromias 

I. Origen y simbolismo del Eiresión

El eiresión es una rama de laurel u olivo adornada con lana blanca, frutas y cintas, que desde la Antigua Grecia se cuelga en las puertas de las casas como amuleto protector. Su nombre deriva del griego eirízein -"cubrir" o "proteger"-, reflejando su función como talismán contra el mal. Según Plutarco, esta tradición se remontaba a los ritos atenienses en honor a Apolo, donde el eiresión simbolizaba prosperidad y seguridad.  


En las Pianepsias del 7 de octubre, se celebraba esta fiesta dedicada a Apolo, se confeccionaba el eiresión y se entonaban cantos rituales. El poeta Calímaco describe cómo los niños lo llevaban en procesión, pidiendo bendiciones para el hogar. Sin embargo, su ciclo culminaba en las Boedromias, fiestas celebradas en septiembre en honor a Apolo Boedromios "el que acude en auxilio", donde se quemaba ceremonialmente.  

II. Las Boedromias del agradecimiento y la purificación 

Las Boedromias conmemoraban la ayuda de Apolo en momentos de crisis, especialmente en la guerra. Pausanias relata que los atenienses las instituyeron tras la victoria de Teseo sobre las Amazonas. Pero más allá del aspecto bélico, eran una celebración doméstica: un día para agradecer la protección recibida, la paz en el hogar y la benevolencia de los visitantes.  

El ritual de quemar el eiresión marcaba el fin de un ciclo. Su destrucción por el fuego —elemento purificador asociado a Hefesto— simbolizaba la liberación de las energías acumuladas durante el año. Como señala Hesíodo  en "Los trabajos y los días", el fuego es un mediador entre lo humano y lo divino, elevando las ofrendas al Olimpo.  

III. El Ritual de la Quema

La quema del eiresión sigue un protocolo sagrado. Se coloca en un cuenco de cerámica sobre el altar doméstico, en posición vertical para evitar que se rompiera.  Se enciende con resinas de incienso u opérculos, tapones de eucalipto usados como incienso. Debido a la sequedad del laurel, puede arder rápidamente, por lo que siempre se vigila la quema para evitar accidentes.  

Filóstrato advierte sobre el carácter impredecible del fuego ritual: "Hefesto es juguetón; sus dedos saltan donde menos se espera". Por ello, los participantes evitan telas inflamables y procuran tener agua cerca, combinando solemnidad y prudencia.  

IV. Renovación y ciclo perpetuo 

La destrucción del eiresión no es un final, sino una transición. El fuego no solo consume, sino que transforma: liberaba la esencia de la ofrenda para que Apolo renueve su protección.  

Tras las Boedromias, el hogar quedaba simbólicamente limpio, listo para un nuevo eiresión en las próximas Pianepsias. Este ciclo reflejaba la creencia en la eterna reciprocidad entre mortales y divinidades: "Lo que se da con devoción, regresa multiplicado".

Hoy, al recrear este ritual, honramos no solo a Apolo Boedromios, sino también esa sabiduría ancestral que veía en el fuego —y en el tiempo— un eterno renacer.

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