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Plenilunio de Deméter

“Fue entonces cuando al fin la escuchó su venerada madre; sintió ésta que un agudo dolor que traspasaba el corazón, destrozó con las manos la cinta que sujetaba su cabellera inmortal, echóse sobre los hombros un manto negruzco y salió presurosa, a la manera de las aves, en busca de su hija por tierra y por mar. Mas ninguno de los dioses ni de los mortales quiso reverlarle la verdad; ni siquiera se le presentó algún ave que con sus augurios le anunciara algo con certeza”. 

El himno homérico a Deméter nos habla de cómo la diosa inicia una búsqueda oscura y desamparada.

En la noche de luna llena más cercana al equinoccio de primavera, revivimos la imagen de una madre que busca a su hija perdida y de una diosa que destruye su corona para vagar por la tierra entre los humanos como una anciana desposeída.


El caos de la naturaleza es Deméter sin Perséfone, una madre sin su hija, dispuesta a adoptar a un humano y transformarlo en dios. Es una diosa enloquecida, que está a punto de cambiar todo el orden del cosmos y que causará la gran hambre del que hablan varios textos de la Edad Antigua al “dejar de trabajar” y causar una era de suelos yermos.


En esta noche, la ofrenda, además de las velas e inciensos de rigor, consiste en tejer un antígono contra la maldición. Consiste en bordear la imagen de la diosa de migas de pan o semillas para que las aves puedan, al amanecer, servirle de pájaro de mal agüero y guiarla en su búsqueda.


El segundo significado es que, en primavera, la semilla vuelve a la tierra, como vuelve Perséfone, y de ambas nace otra vez la vida. El ciclo se reinicia y nos indica que la Fecundidad sigue haciendo su trabajo. Tenemos razones para agradecer no pasar hambre ni vivir otra era de desolación.


Para el mundo antiguo helénico las aves podían anunciar el futuro tanto como los oráculos, asegurémonos de que llegarán al amanecer y alimentémoslas esta noche para tal fin. 
No se trata de cazar y buscar en las tripas de los pájaros el futuro, sino rescatar un simbolismo que es más importante que su literalidad.

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