I. Anfítrite y Poseidón
Anfítrite es reconocida como una de las antiguas deidades marinas del mundo helénico, venerada como consorte de Poseidón y figura central del orden oceánico. Nacida del linaje primordial de los Nereos y Doris —según Hesíodo en su "Teogonía"—, Anfítrite es una de las cincuenta nereidas, hijas del mar profundo y de la corriente fértil del Océano. Su nombre, que puede interpretarse como “la que rodea el tercer elemento” o “la que abraza todo alrededor del mar”, expresa su soberanía sobre los vastos dominios marinos.
La unión entre Anfítrite y Poseidón no fue inmediata ni sencilla. Diversas tradiciones poéticas cuentan que Anfítrite, reservada y libre, no aceptó de inmediato los cortejos del dios del mar. En algunas versiones, se retiró al fondo del océano o al lejano Atlas para eludirlo, y fue Delfino, una figura marina menor, quien convenció a la diosa para que aceptara el matrimonio. En agradecimiento, Poseidón colocó la imagen de Delfino en el cielo entre las constelaciones. Esta historia, que circula desde autores como Higino y fue recogida por comentaristas antiguos, no resta dignidad a la figura de Anfítrite, sino que subraya su autonomía inicial antes de asumir su función como reina del mar. En la iconografía, suele aparecer coronada de conchas y perlas, sentada junto a Poseidón en un carro marino tirado por hipocampos, rodeada de tritones, nereidas y criaturas acuáticas.
II. Significado de Anfítrite
Como esposa de Poseidón, Anfítrite comparte con él el gobierno de los mares y el control de las tormentas y los flujos oceánicos. A diferencia de otras divinidades que personifican aspectos violentos o destructivos del mar, Anfítrite representa su aspecto calmo, regular y fértil. Su presencia en el culto estaba vinculada a la estabilidad de las rutas marítimas y a la protección de quienes se aventuraban en el mar. En algunas representaciones, se la invoca como garante de las travesías seguras y como presencia benévola que acompaña las procesiones marinas en festividades dedicadas a Poseidón. El vínculo de Anfítrite con la navegación también aparece reflejado en algunas inscripciones votivas dejadas por marineros y comerciantes que atribuían a su favor la bonanza de sus travesías.
Las figuras femeninas en la proa de las naves -también llamadas figuras de mascarón- tienen orígenes diversos y simbologías múltiples, muchas veces sin una identificación concreta con una deidad específica, sin embargo, en algunos casos representan a Anfítrite, la Reina del mar, aunque no es la única ni la más común de las figuras de proa. Las figuras femeninas en la proa suelen simbolizar protección divina o espiritual para la tripulación, guía y vigilancia del mar, belleza y calma en contraste con la dureza del océano. En algunos casos, son una representación de la nave misma como un ente femenino.
III. Tritón, Benthesiquimé y Roda
Fruto de su unión con Poseidón nació Tritón, una figura marina que heredó los atributos de sus padres y aparece con frecuencia como heraldo del dios. Otras fuentes le atribuyen más descendencia, como Benthesicimé y Rhode, aunque estos nombres varían según el autor y la región. Tritón, sin embargo, es el más representado en el arte, a menudo con un cuerno marino que usa para calmar o agitar las olas.
Benthesicimé -también escrito como Benthesikyme- significa "Señora de las olas profundas", derivado de los términos griegos benthos -profundidad- y kyma -ola-. En castellano se pronunciaría aproximadamente como Benthesiquime, aunque no es un nombre común ni adaptado en la tradición hispana. Rhode proviene del griego Rhódē, que significa rosa. Rhode era esposa de Helios, asociada con la isla de Rodas. Este linaje simboliza la descendencia del poder regulador del mar, una dinastía que combina autoridad y armonía en el dominio de las aguas.
VI. Anfítrite y Atenea
La relación entre Anfítrite y Atenea, aunque no se explicita con detalle en las grandes composiciones épicas, puede deducirse por su papel complementario en la cosmología griega. Atenea, diosa de la estrategia y del arte naval, fue protectora de marinos y constructores de naves, como se observa en su papel durante los viajes de Odiseo o Jasón. Su invención del primer barco es mencionada en fuentes órficas. Anfítrite, por su parte, representa el mar domesticado y la promesa de una travesía estable. No hay relatos de rivalidad entre ambas, y sus dominios cooperan más que se oponen. Atenea da forma al viaje racional; Anfítrite garantiza que el mar no devore al navegante. En festividades y representaciones votivas, ambas pueden hallarse juntas, como símbolo de una navegación protegida tanto desde el arte humano como desde la benevolencia divina.
En las representaciones tardías, especialmente en el arte romano y helenístico, Anfítrite adquiere rasgos majestuosos que la asemejan a una Juno marina: coronada, imperturbable, figura del equilibrio que reina sobre las fuerzas indomables del océano. Aunque su nombre no haya dado origen a un culto popular extendido como el de Atenea o Afrodita, su presencia se percibe como necesaria en el equilibrio cósmico del panteón griego: un mar sin Anfítrite sería un mar sin ley ni armonía, sin el susurro de las profundidades que permite la travesía y el retorno.
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