Biografía del autor: Eurípides
Eurípides (c. 485–406 a. n. e.) fue el más joven de los tres grandes trágicos de Atenas, junto con Esquilo y Sófocles. A diferencia de sus predecesores, Eurípides introdujo en la tragedia una exploración más psicológica e individual de los personajes, dando voz a figuras marginales o femeninas con notable profundidad emocional y filosófica. En sus obras abundan los dilemas éticos, la crítica a los valores tradicionales y una visión menos idealizada de los héroes míticos.
Aunque fue menos premiado en vida que Esquilo o Sófocles, su influencia posterior ha sido inmensa. Murió en Macedonia, invitado por el rey Arquelao. Entre sus tragedias más reconocidas están "Medea", "Las Troyanas", "Hipólito" y "Bacantes". Algunas de las cuales exploraremos en los próximos días.
Personajes principales
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Medea: Mujer extranjera, hechicera, esposa repudiada por Jasón. Inteligente, apasionada y vengativa. Es el eje moral y emocional de la obra.
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Jasón: Héroe griego, esposo de Medea, quien la abandona para casarse con la hija del rey Creonte. Representa la hipocresía patriarcal y el interés político.
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Creonte: Rey de Corinto y padre de Glauce. Destierra a Medea por temor a su venganza.
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Glauce (también llamada Creúsa): Hija de Creonte. No aparece en escena, pero es la nueva prometida de Jasón y víctima de Medea.
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Egeo: Rey de Atenas. Ofrece refugio a Medea a cambio de su ayuda futura.
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Coro: Mujeres de Corinto. Actúan como testigos de los eventos y dialogan con Medea con compasión y horror.
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Los hijos de Medea y Jasón: Dos niños cuya muerte a manos de su madre constituye el clímax trágico.
Resumen de la tragedia
La tragedia comienza con Medea devastada por la traición de Jasón, quien ha abandonado a su esposa y a sus hijos para casarse con Glauce, hija del rey Creonte. Desde su casa en Corinto, Medea planea su venganza.
Primero logra que Creonte le conceda un día más antes de su exilio. Luego, negocia con Egeo, rey de Atenas, un refugio futuro a cambio de su conocimiento mágico. Finalmente, envía a Glauce un regalo envenenado: una túnica y una corona que la consumen en llamas, matándola a ella y a su padre.
En el acto final, Medea comete el asesinato más espantoso: mata a sus propios hijos para infligir a Jasón el mayor dolor posible. Se marcha de la escena en un carro alado proporcionado por Helios, su ancestro divino, dejando a Jasón destruido y sin descendencia.
Medea ante la mirada de los atenienses
Los espectadores atenienses del siglo V a. n. e. conocían la figura de Medea desde los poemas épicos y las leyendas órficas. Sabían que era una princesa de la Cólquide, nieta del Sol y hechicera, que ayudó a Jasón a obtener el vellocino de oro, traicionando y matando a su propio hermano para huir con él.
La versión de Eurípides resulta chocante, pues añade un giro nuevo: el asesinato de los hijos por la propia madre. Esta aportación resulta novedosa y era desconocida, pero sirve para crear una tensión moral sin precedentes. Los espectadores se enfrentaban a una figura femenina extranjera que desafiaba abiertamente las normas de género, maternidad y obediencia. Al mismo tiempo, veían en Jasón a un ciudadano griego que traiciona la xenía -hospitalidad- y la fides -lealtad conyugal- por ambición política.
El público ateniense, mayoritariamente masculino, se habría sentido perturbado por la potencia del personaje de Medea, pero también fascinado por la manera en que la tragedia lo forzaba a tomar posición en un dilema ético sin salidas fáciles.
Perspectiva feminista actual
Desde una perspectiva contemporánea, "Medea" ha sido objeto de numerosas lecturas feministas. Aunque el asesinato de los hijos la convierte en una figura monstruosa, también se la interpreta como una mujer oprimida que responde con radicalidad a una sociedad que la ha traicionado y silenciado.
Feministas como Hélène Cixous han analizado a Medea como una encarnación del conflicto entre el cuerpo femenino y las estructuras del poder masculino. Su inteligencia, su uso del lenguaje, su control de la escena, y su negativa a aceptar el rol de víctima, convierten a Medea en una figura compleja, que rompe el molde de la mujer sumisa, pero también desafía el ideal de madre abnegada.
En el teatro y el cine contemporáneos, "Medea" ha sido reinterpretada como símbolo de la ira femenina, la resistencia contra la opresión patriarcal o incluso la alienación de la maternidad forzada. No se la celebra como heroína, pero sí como figura trágica de gran potencia y ambigüedad ética.
Tres citas destacadas
«Las mujeres somos las criaturas más desdichadas»– Medea denuncia el destino subordinado de las mujeres en la sociedad griega.
«No soy como otras mujeres»– Frase que afirma su singularidad y desafía las expectativas de sumisión femenina.
«El odio es un lujo para quien ha perdido todo»– Reflejo de su dolor y la lógica extrema de su venganza.
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