"El rapto de Deyanira por Neso" por Jean-François Lagrenée (1775)
Cultura popular en el siglo de Pericles
Durante el siglo V a.n.e., conocido como el "Siglo de Pericles", Atenas vivía una época de esplendor cultural, político y artístico. Los ciudadanos atenienses, que asistían al teatro como parte de festivales religiosos, poseían un profundo conocimiento de la tradición heroica y los relatos sobre Heracles. Este héroe, hijo de Zeus y Alcmena, era ampliamente conocido por sus hazañas y sus trabajos, lo que hacía que los espectadores estuvieran familiarizados con su historia y destino trágico. Además, la cultura griega de la época valoraba la honra, la justicia y la intervención divina, elementos esenciales en "Las Traquinias".
Personajes principales
- Deyanira: Esposa de Heracles, cuyo amor y desesperación la llevan a provocar involuntariamente la muerte de su esposo.
- Heracles: Héroe legendario que, al regresar victorioso, sufre una agonía causada por el veneno del centauro Neso.
- Hilo: Hijo de Heracles y Deyanira, quien asiste impotente a la tragedia de sus padres.
- Licas: Mensajero que informa a Deyanira sobre las conquistas de Heracles.
- El Coro: Compuesto por mujeres de Traquis, que comentan y reflexionan sobre los acontecimientos.
Resumen de Las Traquinias
"Las Traquinias", también conocida como Las Mujeres de Traquis, es una de las tragedias de Sófocles que examina los temas de la fidelidad, el amor y el sufrimiento humano. La obra se centra en el destino de Deyanira, esposa de Heracles, y su tragedia personal al intentar recuperar el amor de su esposo.
Deyanira, quien vive en Traquis, siente que ha perdido el afecto de Heracles, quien se encuentra ausente en sus múltiples aventuras. Su soledad y temor a la infidelidad se ven confirmados cuando Heracles regresa victorioso, trayendo como prisionera a Yole, una joven princesa de Ecalia. Al percibir a Yole como una rival amorosa, Deyanira recurre a un supuesto filtro de amor: una túnica impregnada con la sangre del centauro Neso.
Neso, al morir a manos de Heracles tras intentar raptar a Deyanira, había engañado a esta última, diciéndole que su sangre actuaría como un hechizo para asegurar la fidelidad de su esposo. Sin embargo, la sangre del centauro estaba envenenada por la flecha de Heracles, que había sido impregnada con el veneno de la Hidra de Lerna.
Cuando Heracles se viste con la túnica, el veneno comienza a consumir su carne, causándole un sufrimiento insoportable. Al descubrir que ella ha sido la causa involuntaria de la agonía de su esposo, Deyanira, dominada por el remordimiento y la desesperación, se suicida.
Heracles, en medio de un tormento insoportable, llama a su hijo Hilo y le ordena que lo lleve al Monte Eta, donde debe ser colocado sobre una pira funeraria y quemado vivo, cumpliendo así una antigua profecía que anunciaba que solo la muerte pondría fin a sus sufrimientos terrenales y lo elevaría a la inmortalidad como dios en el Olimpo.
Hilo, aunque inicialmente se resiste, finalmente accede a la petición de su padre. La tragedia concluye con la muerte de Heracles y la dolorosa aceptación de Hilo de casarse con Yole, como un último deseo de su padre, lo que añade una dimensión adicional de sufrimiento y resignación al destino de los personajes.
A través de "Las Traquinias", Sófocles presenta una profunda reflexión sobre la inevitabilidad del destino, la fragilidad humana ante las fuerzas divinas y el peso de la culpa y el dolor en las relaciones humanas.
La obra que vemos en este apartado, titulada "Muerte de Hércules" de Francisco de Zurbarán, pintada en 1634, se encuentra en el Museo del Prado en Madrid, forma parte de una serie dedicada a los trabajos de Hércules, encargada para el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro. Zurbarán captura el momento en que Hércules envuelto la túnica impregnada con la sangre del centauro. La escena de un intenso dramatismo, característico del estilo barroco, con un uso magistral del claroscuro para resaltar el cuerpo del héroe contra un fondo oscuro. Este contraste enfatiza la tragedia y la humanidad de Hércules, mientras que los reflejos de las llamas sugieren tanto su sufrimiento como su inminente apoteosis.
Perspectiva filosófica posterior
La palabra apoteosis tiene su origen en el griego antiguo. Proviene del término ἀποθέωσις -(apothéōsis), que se compone de dos partes: - ἀπο- (apo-), que significa "alejarse" o "separarse hacia", implicando algo que trasciende y θεός (theós), que significa "dios". Literalmente, apoteosis significa "convertirse en dios" o "deificación". Este término se utilizaba en la antigua Grecia para describir el acto de elevar a una persona mortal al estatus divino.
La apoteosis de Hércules ha sido analizada filosóficamente desde diversas perspectivas, destacando su simbolismo como modelo de virtud, mérito y trascendencia. En el contexto de la filosofía griega clásica, su ascensión al Olimpo tras su muerte representa la recompensa divina por sus esfuerzos heroicos y su capacidad de superar adversidades. Este concepto está vinculado a corrientes como el pitagorismo y el orfismo, que valoraban la purificación y la inmortalidad del alma.
En el Renacimiento, la apoteosis de Hércules fue reinterpretada desde un enfoque humanista y neoplatónico. En este contexto, se le consideraba un símbolo de la virtud y el dominio de sí mismo, alineado con los ideales del Renacimiento que exaltaban la capacidad humana para alcanzar la excelencia moral y espiritual.
Además, en el arte y la literatura, la apoteosis de Hércules ha sido utilizada como una alegoría del triunfo del mérito sobre las adversidades y como un ejemplo de la reconciliación entre lo humano y lo divino. Estas interpretaciones han influido en la representación de Hércules como un modelo de virtud y fortaleza en diferentes épocas y culturas.
El filósofo francés Georges Bataille interpretó "Las Traquinias" como una obra que explora el sufrimiento humano y la inevitabilidad del destino. Según Bataille, el sacrificio de Heracles refleja la conexión entre el dolor y la trascendencia. Por otro lado, Martha Nussbaum, desde una perspectiva ética, ha destacado cómo Deyanira encarna el dilema moral de actuar por amor y causar sufrimiento involuntario, lo que plantea preguntas sobre la responsabilidad y la compasión.
Las Traquinias en tres citas
- Deyanira: “Nada hay más doloroso para el alma que el temor constante.”
- Heracles: “Ningún mortal escapa a su destino.”
- Hilo: “La verdad es la más dura de las cargas.”
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