Polidoro fue un rey de Tebas, único hijo varón de Cadmo y la diosa Harmonía, y parte de la estirpe que marcó el destino de la ciudad. Su vida se sitúa en un periodo de transición en la historia tebana, y su papel, aunque breve, fue crucial para la continuidad de su linaje.
La mujer de Polidoro fue Nicteide, hija de Nicteo y Polixo, la pareja tendría el único hijo que sobreviviría, ya que los hijos de sus hermanas -Acteón, Learco, Melicertes, Penteo y Dioniso- morirán en un determinado momento o atravesarían una metamorfosis que les harían perder su forma humana.
El conflicto entre Polidoro y Penteo por el trono de Tebas forma parte de la compleja historia de la dinastía cadmea, llena de disputas y tragedias. Las fuentes antiguas presentan diferentes versiones sobre la sucesión del poder en Tebas, y en algunas de ellas, Polidoro se vio desplazado del trono por su sobrino Penteo antes de recuperar el gobierno tras su muerte.
Cadmo, fundador de Tebas, gobernó la ciudad con liderazgo, pero su descendencia estuvo marcada por la tragedia que arrastraba el collar de Harmonía. En algún momento de su vejez, dejó el trono en manos de sus descendientes, antes de transformarse en una serpiente.
Penteo era hijo de Ágave, la hermana de Polidoro, y pertenecía a la generación posterior a Polidoro. Por ello, Polidoro era el heredero legítimo del trono tras la retirada de su padre, pero, según algunas tradiciones, el poder pasó a Penteo, quien asumió la realeza en Tebas.
Penteo es conocido principalmente por su rechazo al culto de Dioniso. Su oposición radical a la introducción de los ritos dionisíacos en Tebas lo llevó a un destino trágico: según Eurípides en "Las Bacantes", Penteo fue castigado por el propio Dioniso, quien lo engañó para que se disfrazara de mujer y espiara a las ménades. Cuando se infiltró en el monte Citerón, donde las ménades celebraban sus ritos, Dioniso lo hizo enloquecer y provocar la furia de las mujeres. En su frenesí, las ménades -seguidoras del dios del vino- lo tomaron por un león y lo despedazaron con sus propias manos. Entre ellas estaba Ágave, su madre, quien en su estado de trance llevó la cabeza de su hijo a Tebas creyendo que era un trofeo de caza. Solo al recuperar la razón comprendió el horror de lo que había hecho.
Tras el brutal filicidio de Penteo, Tebas quedó sin un gobernante legítimo, lo que permitió que Polidoro recuperara el trono. Su reinado, sin embargo, no fue largo ni especialmente documentado en las fuentes, ya que su hijo Lábdaco sería quien finalmente continuaría la dinastía.
Los autores griegos no especifican cómo murió exactamente el monarca. Pausanias menciona que, al sentirse cerca del final, Polidoro recomendó a su yerno Nicteo como su sucesor, dado que su hijo Lábdaco tenía una edad demasiado corta para gobernar. Debido a esto, el poder quedó en manos de Nicteo, quien ejerció la regencia hasta que Lábdaco fue lo suficientemente mayor para asumir el trono.
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