Pasífae, reina de Creta y esposa del rey Minos, es una figura compleja que encarna la intersección entre lo divino y lo humano. Hija de Helios, el dios solar, y de la oceánide Perseis, su linaje celestial le otorgó poderes que superaban los límites de lo mortal. Sus habilidades mágicas, su descendencia, y su participación en los eventos que marcaron la historia de Creta, hacen de ella un personaje fascinante y polifacético.
Pasífae procede de una familia de alta jerarquía divina. En la "Teogonía" de Hesíodo, se menciona a Helios, su padre, como el dios que cada día surca el cielo con su carro de fuego, iluminando el mundo de los mortales y de los dioses. Por su madre, Perseis, es nieta de Océano, el río primordial que rodea la Tierra. Sus hermanos, Circe y Eetes, también eran conocidos por sus poderes sobrenaturales. Circe, la famosa hechicera de la isla de Eea, aparece en la "Odisea" de Homero, donde transforma a los compañeros de Odiseo en animales. Por otro lado, Eetes era padre de Medea -y Pasífae es su tía- y guardián del Vellocino de Oro, el objeto que atrajo a Jasón y los argonautas hacia la Cólquide.
Este linaje reflejaba la conexión de Pasífae con la hechicería y los poderes ocultos. Sus dones no eran meramente aprendidos; formaban parte de su herencia divina, lo que la colocaba en una posición de respeto y temor entre los mortales.
El casamiento de Pasífae con Minos unió dos linajes poderosos. Minos, hijo de Zeus y Europa, había ascendido al trono de Creta tras recibir el favor de Poseidón, quien le envió un toro blanco como señal de apoyo. Sin embargo, la decisión de Minos de no sacrificar este toro como debía, desató la furia de Poseidón. Según el "Catálogo de Mujeres" atribuido a Hesíodo, "el rey, en su soberbia, violó el mandato del dios, desencadenando así la desgracia sobre su hogar".
El castigo de Poseidón no fue hacia Minos directamente, sino hacia su esposa. El dios provocó en Pasífae un deseo incontrolable por el toro blanco. En este punto, los relatos antiguos difieren, pero Apolodoro, en su "Biblioteca", describe cómo Pasífae acudió al inventor ateniense Dédalo, famoso por sus prodigios tecnológicos. "Dédalo, en su genio, construyó una vaca hueca de madera, recubierta con piel, para que Pasífae pudiera satisfacer el deseo divino", narra Apolodoro.
De esta unión nació el Minotauro, una criatura con cuerpo de hombre y cabeza de toro. El poeta Ovidio, en sus "Metamorfosis", describe al Minotauro como un ser que encarna la ira divina y el pecado de la transgresión: "Una bestia que no debía existir, mezcla de dos naturalezas, nacido del deseo de la reina y la furia del dios".
Minos, horrorizado por este ser, encargó a Dédalo la construcción de un laberinto tan intrincado que nadie pudiera escapar de él. El Minotauro fue encerrado en su centro, convirtiéndose en una sombra que oscurecía la gloria de la dinastía de Minos. Este episodio simbolizaba la consecuencia de los actos de soberbia y la intervención divina en los destinos humanos.
El poder de Pasífae iba más allá de los eventos con el toro de Poseidón. En los textos antiguos, se la presenta como una experta en el uso de pociones y encantamientos. Eurípides, en su obra perdida "Creta", menciona que Pasífae poseía la capacidad de controlar los deseos y voluntades de los hombres a través de filtros amorosos. Se dice que ella misma creó un filtro que utilizaba para castigar a las amantes de Minos, provocando que cualquier mujer que se uniera a él de manera infiel muriera en el acto, como lo recoge Higino en sus "Fábulas".
Por su parte, Plinio el Viejo, en su "Historia Natural", hace referencia a las habilidades de Pasífae para prever el futuro, una habilidad que compartía con su hermana Circe, sugiriendo que este conocimiento se transmitía entre los descendientes de Helios, quienes observaban el destino desde una perspectiva más elevada que los simples mortales.
Pasífae tuvo varios hijos con Minos, algunos de los cuales fueron figuras clave en los acontecimientos de Creta: Ariadna, conocida por su amor por Teseo, a quien ayudó a salir del laberinto al proporcionarle un hilo mágico, como menciona Plutarco en su “Vida de Teseo”; Fedra, esposa de Teseo y madrastra de Hipólito, cuya pasión descontrolada por su hijastro es descrita por Eurípides en su tragedia homónima; Androgeo, joven príncipe cuya muerte en Atenas desató una guerra entre Creta y Atenas, narrada en las “Fábulas” de Higino, donde se detalla cómo su destreza atlética provocó los celos y la ira de los atenienses; y Deucalión y Glauco, hijos menos conocidos pero igualmente importantes en los relatos sobre las luchas internas por el poder en Creta.
La vida de Pasífae en la corte de Minos se describe como solitaria y llena de resentimiento tras los eventos con el toro y el Minotauro. Aunque no se conservan muchos relatos sobre sus últimos días, algunas versiones sugieren que, al ver el declive de su linaje y la caída de Creta, Pasífae decidió retirarse de la vida pública. En los escritos tardíos de Pseudo-Apolodoro, se sugiere que pudo haber regresado a los dominios de su padre Helios, en los confines del Océano, donde se unió a sus hermanos en la inmortalidad, evitando así el destino trágico que aguardaba a los mortales. Como menciona el geógrafo Pausanias en su "Descripción de Grecia", "la historia de Pasífae perdura en los relatos de los hombres, no solo como la madre del monstruo, sino como una mujer de poderes que incluso los dioses temían".
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