Heracles, conocido también como Hércules para los romanos, era hijo de Zeus y Alcmene. Es una de las figuras más renombradas de la Grecia antigua, fue reconocido no solo por su fuerza incomparable, sino también por su arduo viaje a la inmortalidad, logrado a través de doce trabajos impuestos por el rey Euristeo, rey de Micenas y Tirinto,
Desde un comienzo, su historia estuvo relacionada con el Olimpo. Zeus, el rey de los dioses, se enamoró de Alcmene, una mujer mortal de gran belleza y virtud. Para seducirla, tomó la forma de su esposo, Amphitryon, quien estaba ausente en una campaña militar. Zeus pasó una noche con Alcmene, que duró tres noches normales, y de esta unión nació Heracles. Cuando Amphitryon regresó, también estuvo con Alcmene, y de esta unión nació Ificles, el hermano gemelo mortal de Heracles.
Hera, la esposa de Zeus, estaba celosa y enfurecida por la infidelidad de su esposo. Intentó varias veces deshacerse de Heracles, incluso enviando serpientes a su cuna cuando era un bebé. Sin embargo, Heracles mostró su fuerza desde temprana edad al estrangular a las serpientes.
Su primera esposa fue Megara, hija del rey Creonte de Tebas. Heracles y Megara tuvieron varios hijos, aunque las fuentes varían en el número exacto. Algunos dicen que tuvieron tres hijos: Therimachus, Creontiades y Deicoon.
Heracles fue víctima de un ataque de locura temporal enviado por Hera. Durante esta crisis, Heracles mató a su esposa Mégara y a sus hijos, lo cual lo sumió en el arrepentimiento y la búsqueda de expiación. Consultó el Oráculo de Delfos para recibir consejo, y allí le fue indicado que debía someterse al servicio de Euristeo durante doce años. El oráculo le aseguró que, si lograba superar todas las pruebas impuestas, alcanzaría la inmortalidad.
Según autores antiguos como Apolodoro, Píndaro y Diodoro Sículo, Heracles debía cumplir estos trabajos como castigo y penitencia y, al completarlos, sería recompensado con un lugar entre los inmortales en el Olimpo.
Se cree que Hera, en su empeño por obstaculizar a Heracles, intervino para que Euristeo le asignara tareas de gran dificultad. Euristeo, como rey y adversario en este contexto, le asignó misiones cada vez más peligrosas con la intención de eliminarlo.
En su primera labor, Heracles venció al León de Nemea, cuya piel era impenetrable; utilizó sus propias garras para desollarlo y creó una armadura con la piel del animal. En su segundo trabajo, enfrentó a la Hidra de Lerna, un ser de múltiples cabezas que se regeneraban cada vez que las cortaba. Heracles usó fuego para cauterizar cada cuello cortado, evitando su regeneración y sumergiendo sus flechas en el veneno de la Hidra para futuros combates.
Su tercera tarea fue capturar viva a la cierva de Cerinia, sagrada para Artemisa y famosa por su velocidad. Heracles la persiguió durante un año sin herirla antes de llevarla ante Euristeo. Después, en su cuarto trabajo, tuvo que capturar al jabalí de Erimanto, al cual atrapó en una zona nevada. En la siguiente labor, Heracles se enfrentó a los inmensos establos de Augías, repletos de estiércol acumulado durante años; desvió dos ríos para limpiarlos en un solo día. Luego, en su sexto trabajo, se enfrentó a las aves del Estínfalo, que tenían picos y alas de metal. Con cascabeles proporcionados por Atenea, logró espantarlas y cazarlas con su arco.
Para su séptima labor, Heracles viajó a Creta para capturar al toro furioso del rey Minos y llevarlo de regreso a Grecia, donde fue liberado. Posteriormente, en su octavo trabajo, capturó las yeguas devoradoras de carne del rey Diomedes, calmándolas al alimentarles con el propio rey. En el noveno trabajo, Heracles obtuvo el cinturón de la reina amazona Hipólita; aunque la reina inicialmente accedió a entregárselo, un malentendido llevó a una batalla. Para el décimo trabajo, viajó hasta Eritea para capturar el ganado de Gerión, un ser de tres cuerpos, al que derrotó con sus flechas envenenadas. En el undécimo trabajo, recogió las manzanas doradas del jardín de las Hespérides, custodiadas por un dragón y las hijas de Atlas. Finalmente, para completar sus tareas, descendió al inframundo y logró llevar a Cerbero, el perro guardián de tres cabezas, hasta Euristeo con el permiso de Hades.
Después de Megara, Heracles se casó con Deianira. Tuvieron varios hijos, entre ellos Hyllus, Glenus, Oneites y Macaria. La relación con Deianira terminó trágicamente cuando ella, engañada por el centauro Nessus, le dio a Heracles una túnica envenenada que causó su muerte y ascenso al Olimpo.
Al culminar estos trabajos, Heracles demostró su valor y resistencia. Las antiguas fuentes relatan cada trabajo no solo como hazañas de fuerza, sino como pruebas de su tenacidad y destreza que lo hicieron merecedor de la divinidad. Tras su muerte y ascenso al Olimpo, Heracles se casó con Hebe, la diosa de la juventud y una hija de Hera. Este matrimonio simbolizó la reconciliación con Hera.
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