Ir al contenido principal

Afrodisias


“Sappho, Phaon y Cupido”
(1809) por Jacques-Louis David

Las Afrodisias eran festividades dedicadas a la diosa Afrodita, celebradas principalmente en las polis de la antigua Grecia como Atenas y Corinto, aunque también en Chipre, donde se honraba el sitio de nacimiento de la diosa. Estas fiestas buscaban exaltar a Afrodita como diosa del amor, la fertilidad y la belleza. La celebración de las Afrodisias eran las fiestas de la feminidad y la vida, la fertilidad y la armonía en las relaciones humanas.

Las festividades incluían una serie de rituales y ceremonias como las procesiones, componente central y solemne de las Afrodisias. Los participantes recorrían las calles llevando ofrendas y estatuas de la diosa hacia su templo. Se adornaban con flores y vestimentas especiales, y las procesiones solían estar acompañadas por cantos y música.

También se realizaban sacrificios de animales, como cabras o palomas, que eran considerados sagrados para Afrodita. Las ofrendas incluían flores, incienso, perfumes y otros objetos valiosos. Estas ceremonias se realizaban en los templos dedicados a la diosa, y los sacerdotes y sacerdotisas tenían un papel destacado.

Los rituales, incluidos en algunas de las celebraciones, estaban destinados a promover la fertilidad tanto en la naturaleza como en los seres humanos. A veces simbólicos y otras veces explícitos, buscaban asegurar buenas cosechas y prosperidad para la comunidad.

Al margen de los ritos formales, se organizaban banquetes, danzas y festejos que incluían la participación de la comunidad. Estos momentos de júbilo eran una forma de expresar la alegría y la unión entre los miembros de la comunidad, conectando con otro lado más de Afrodita.

Aunque el énfasis de las Afrodisias estaba en Afrodita, el dios Eros también podía ser venerado durante estas festividades, en especial en contextos donde el amor y la unión entre parejas eran celebrados. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Adonia: el regreso con Perséfone

La celebración de la Adonia, tal como lo hemos adelantado, consiste en pequeños rituales muy significativos. En primer lugar, un “brindis fúnebre” por la vida que dejamos.  Utilizamos para ello zumo de granada mezclado con alguna bebida alcohólica -preferentemente Ratafía-. La ratafía, hecha con la sangre de la menta -entre otras hierbas silvestres- será nuestro último trago. Se exprime la granada y sus semillas caen y se mezclan con la bebida y se toma de un golpe.  El simbolismo de la semilla de granada -la cual condenó a Perséfone al Hades-, y su consumo se hace en honor al engaño con el que Hades que nos conduce a la muerte.   La granada era una planta con la que se decoraban los monumentos fúnebres. Por eso, posteriormente cogemos una granada entera y sin cortar por persona, velas pequeñas y nos vamos en dirección al cementerio una vez caída la noche. Esa granada que arrojamos será nuestro alimento y reserva para el más allá. Lo ideal es subir a un montículo p...

Adonia, el regreso con Perséfone

La Adonia  es un rito anual de carácter funerario y simbólico que se celebra en honor a Adonis , ligado profundamente al ciclo de la vida, la muerte y el renacimiento. Su representación incluye elementos de despedida y preparación para el más allá , siguiendo tradiciones que datan de la antigua Grecia. Aunque el culto histórico a Adonis tiene raíces orientales , fue ampliamente adoptado en Grecia, especialmente en Atenas, donde se mezclaron los elementos locales con los rituales importados, convirtiéndose en una celebración significativa del calendario religioso. El rito comienza con un " brindis fúnebre ", utilizando zumo de granada , una fruta de connotaciones simbólicas profundas. En textos antiguos como los Himnos Homéricos  se menciona la granada en relación con Perséfone , hija de Deméter , quien al consumir sus semillas quedó condenada al inframundo, lo que da inicio al mito del ciclo estacional y su estadía en el Hades . El zumo, mezclado con ratafía -un licor el...

"El estudiante de Salamanca" por José de Espronceda

     Era más de media noche, antiguas historias cuentan, cuando en sueño y en silencio lóbrego envuelta la tierra, los vivos muertos parecen, los muertos la tumba dejan. Era la hora en que acaso temerosas voces suenan informes, en que se escuchan tácitas pisadas huecas, y pavorosas fantasmas entre las densas tinieblas vagan, y aúllan los perros amedrentados al verlas: En que tal vez la campana de alguna arruinada iglesia da misteriosos sonidos de maldición y anatema, que los sábados convoca a las brujas a su fiesta. El cielo estaba sombrío, no vislumbraba una estrella, silbaba lúgubre el viento, y allá en el aire, cual negras fantasmas, se dibujaban las torres de las iglesias, y del gótico castillo las altísimas almenas, donde canta o reza acaso temeroso el centinela. Todo en fin a media noche reposaba, y tumba era de sus dormidos vivientes la antigua ciudad que riega el Tormes, fecundo río, nombrado de los poetas, la famosa Salamanca, insigne en armas y letras, patria d...