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Poesía o silencio




El tiempo de las Musas es el tiempo del arte. El momento en el cual giramos el rostro a nosotros mismos como especie, considerando, claro está, que la inspiración tiene una fuente divina.
¿La genialidad es un don divino también? 

El arte de producir una obra nos despierta preguntas que el dodecateísmo ha resuelto. ¿Son sus respuestas igualmente de elocuentes dos mil años después? 

Sin lugar a dudas hay mucho que aprender de nuestra religión. Por ejemplo, en la Antigua Grecia se consideraba que los poetas eran intermediarios entre los dioses y los hombres. 

Quienes han tenido el valor de escribir unos versos sabrán, que ese flujo de palabras que sale por un bolígrafo parece un mandato divino irresistible. La certeza de que cada palabra -y únicamente esa palabra- es la que se quiere decir. es una bendición frente a otros momentos de duda y cavilación. 

Lo peor que le puede pasar a un momento creativo es que sea asolado por la duda y reducido a un silencio. Ese silencio tan temido que puede sepultar por años a un poeta, a un personaje, a un escritor.

Por eso, en primavera a las Musas hay que agradecerles la inspiración, mimarlas. Y a muchos artistas -de todo tipo y condición-, tener un día al año para besar sus manos. ¿Qué puede haber de malo en ello?

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