La expulsión de Hefesto del Olimpo es un evento que contiene múltiples capas de simbolismo. Por un lado, refleja la "imperfección intolerada" dentro del mundo divino. Su cojera simboliza una anomalía que Hera teme que la comunidad divina rechace, teniendo en cuenta los estándares de perfección física de las narrativas olímpicas. Este rechazo materno marca el inicio de un viaje de transformación personal, en el cual Hefesto desarrolla su identidad como dios herrero.
Hesíodo, en su "Teogonía", describe una caída similar desde los cielos: “Rodando nueve noches y nueve días, llegaría a la tierra en el décimo día un yunque de bronce caído del Urano”. Estos nueve días de caída tienen un paralelismo interesante con los nueve años que Hefesto pasa junto a Tetis y Eurínome en el fondo marino. Ese periodo de formación representa no solo el aprendizaje técnico, sino también la búsqueda de proyecto vital ."Nueve años viví con ellas fabricando muchas piezas de bronce en una cueva profunda".
En el calendario panteísta, los nueve días de caída se simbolizan mediante la quema de velas, una cada día, que culminan en la fiesta del fuego el 1 de febrero. Esta tradición, asociada con Hefesto, celebra tanto la luz como el calor que guían a la humanidad y purifican el espíritu.
Hefesto, como dios del fuego, nos conecta con ese elemento esencial divino cuya utilización diferencia a la humanidad de los demás seres vivos, y también con la metalurgia que transforma a la humanidad. La trascendencia de la metalurgia en el desarrollo de las civilizaciones es tal que contamos las edades históricas según la utilización de los metales, así, se habla de "Edad de bronce" y de la "Edad de hierro".
El significado íntegro de Hefesto, tanto como dios del fuego como artífice divino, merece un análisis profundo que iremos desarrollando una vez presentado el panteón divino. Mientras tanto, este primer día de los nueve se dedica a honrarlo y preparar el ritual de purificación que inaugura el año nuevo religioso.
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