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Caída de Hefesto


El canto XVIII de la Ilíada, Homero relata como Hefesto, hijo de Hera y dios del fuego, vino a la Tierra arrojado del cielo y cayó “a lo lejos por la voluntad de mi insolente madre, que me quería ocultar a causa de la cojera”. 
La narración sigue: “entonces mi corazón hubiera tenido que soportar terribles penas, si no me hubiesen acogido en el seno del mar Tetis y Eurínome, hija del refluente Océano. 
Nueve años viví con ellas fabricando muchas piezas de bronce en una cueva profunda, rodeada por la inmensa murmurante y espumosa corriente del Océano. 

De todos los dioses y los mortales hombres sólo lo sabían Tetis y Eurínome". La expulsión del dios del fuego del Olimpo inicia una cuenta atrás que anuncia la primera fiesta solar del año, el primero de febrero. 
Estas fiestas solares, a diferencia de cada fiesta de plenilunio, son estables a lo largo del año y estructuran el calendario panteísta para hombres y mujeres por igual. 

 De la gran diosa madre nace el fuego, elemento primordial por cuyo dominio diferenciamos al Hombre de los otros animales. 

 Hesíodo en su Teogonía nos explica que “rodando nueve noches y nueve días, llegaría a la tierra en el décimo día un yunque de bronce caído del Urano”. Son nueve días enteros de caída desde el mismo Olimpo, por ello, simbólicamente, hacemos arder una vela cada día de la larga caída. 
 
También son nueve años a través de los cuales el dios del fuego se forma y adopta la figura de un herrero, un simbolismo que en estos días analizaremos con cautela. 
 Mientras tanto, este es el primero de los nueve días para celebrar a Hefesto y desentrañar su significado. Nos preparamos para la fiesta del fuego del 1ro de febrero, día que comenzaremos el año religioso mediante un ritual de purificación.

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