¿Crees que el amor es una fuerza natural? ¿Crees que tiene
entidad propia? ¿Lo consideras un elemento vivo externo o interno?
Estas preguntas te orientan y definen tus creencias sobre
Afrodita. Puede ser la noche más mágica del año o pasarla por alto por
considerar que un producto de tu cerebro no puede ser una diosa. Si lo consideras
así, evidentemente Atenea tampoco lo es, dado que nació del cerebro de Zeus.
Afrodita es la encarnación del amor pasional y el sexo.
Tiene, como casi todos los Olímpicos, un largo currículo de amoríos y correrías
pero destaquemos únicamente los elementos que esta fiesta civilitas.
En la noche de Afrodita, generalmente bastante lejana de la de
Hécate, es de rigor pasar la noche con alguien con quien sientas esa chispa pasional.
Afrodita, de αφρός, espuma en griego,
representa esa emotividad fugaz, fresca, intensa y maravillosa. Encantadora e
imperecedera, la sensación pervive en nosotros como especie, pero dura nada en
las manos de cada uno.
Cada poema de amor es un canto a la diosa, es
fácil imagina mil rituales que puedan hacérsele, pero siguiendo a una característica
casi desconocida de la diosa, a nosotros nos gusta uno. Cuando Héctor muere, Afrodita con su infinita
piedad, “ungió el cadáver con un divino aceite de rosas para que Aquiles no lo
lacerase al arrastrarlo”.
Es una noche para masajear los pies de tu
amante con aceite de rosa mosqueta, asegurándote que las piedras del camino no
le harán tanto daño.
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