Las distintas polis helenas comenzaban sus meses en días diferentes. Para algunas, era la luna nueva la que marcaba el inicio del mes, mientras que para otras era la luna llena. En cualquier caso, los meses lunares están estrechamente vinculados a los ciclos naturales, incluyendo el ciclo menstrual, lo que los convierte en una medida intrínseca a nuestra existencia. Los antiguos griegos, observando esta conexión, consideraban la luna como un reflejo del paso del tiempo y de los ritmos de la vida.
La única luna nueva que celebramos hoy en día, la noche más oscura del mes, es la de Hécate, la gran hechicera. En las noches de luna nueva, cuando el cielo está en su máxima negrura, se decía que la influencia de Hécate era más poderosa. Esta noche se asocia con la adivinación, la magia y todas las artes ocultas. Hesíodo, en su "Teogonía", menciona a Hécate como una de las divinidades primordiales, honrada tanto en la tierra como en el cielo y el inframundo, otorgando fortuna a los hombres en todas sus empresas.
Después del día de los muertos -la celebración actual de Samhain en otras culturas-, esta festividad de Hécate representa una exploración en los misterios de lo oculto. Es un viaje introspectivo que puede interpretarse como la búsqueda del conocimiento oculto o el comienzo de la ignorancia mística. Sea como sea, la adivinación ha sido una práctica inseparable de la humanidad, reflejando su deseo de comprender y prever lo desconocido.
¿Qué se celebra en esta noche? Hécate es la diosa de los cruces de caminos, el lugar donde convergen las decisiones y los destinos. Junto con Hermes, es una de las pocas entidades que puede entrar y salir del inframundo a su antojo, una capacidad que los antiguos atribuían a su profundo conocimiento y dominio sobre el mundo de los espíritus. En el Himno Homérico a Deméter, se la menciona como la guía de Perséfone en su retorno a la tierra, reuniéndose con su madre, Deméter, después de una temporada en el Hades. Este papel como guía en el inframundo es una manifestación de su poder sobre las transiciones entre la vida y la muerte.
Hécate, en su carácter de gran hechicera, era invocada por soldados, pescadores y agricultores. Esquilo, en su obra Los Persas, la menciona en relación con los deseos y súplicas cumplidas, lo que la hace una compañía protectora en momentos de incertidumbre. En el "Himno Órfico a Hécate", se describe a la diosa como una entidad que "brilla en la oscuridad" y es "portadora de luz", uniendo en sí misma los opuestos del conocimiento oculto y la iluminación.
En un cruce de caminos, se dice que tres árboles de la misma especie pueden representar a Deméter, Perséfone y Hécate, unidos por un hilo de lana blanco en la penumbra de la noche. Según el antiguo ritual, al tejer este hilo y pronunciar los nombres de estas tres diosas, se podía invocar la presencia de Hécate, buscando su guía o su favor. Teofrasto, discípulo de Aristóteles, menciona en su "Historia de las Plantas" el poder del tejo como un árbol sagrado en los rituales dedicados a Hécate. El tejo, conocido por su veneno mortal, también era considerado un árbol sanador, simbolizando la dualidad de la vida y la muerte.
Bajo la sombra del tejo, el árbol de la muerte, que ha curado a tantos enfermos como ha aniquilado a guerreros, puedes recoger algunas ramas para llevarlas a tu altar. Al hacerlo, enciende velas e incienso, y rinde culto a Hécate, la diosa del más allá. Su presencia es tanto una guía en los momentos de oscuridad como una compañía en los caminos solitarios de la vida.
Sobre la naturaleza de la diosa, uno de los misterios que con más recelo se ha guardado, hablaremos un poco más durante el año próximo
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