En un puño, una pequeña corona hecha con una rama de olivo. Cruzando presuroso hacia la glorieta en plena noche, te preparas para cumplir la primera parte del ritual.
Las religiones mayoritarias pueden paralizar ciudades, determinar vacaciones y festivos, e incluso recibir fondos indirectos para el mantenimiento de sus templos. En cambio, los dodecateístas debemos llevar a cabo nuestro culto de manera casi clandestina, disimulando nuestras intenciones y fingiendo que estamos haciendo cualquier otra cosa.
Las preguntas de los curiosos sobre nuestros rituales rara vez son respetuosas. Si no se nos tacha de "chiflados" o "chalados", se despierta una curiosidad condescendiente y una sonrisa irritante: "¿En serio le rindes culto al sol?".
Y sí, en serio. Las creencias sobre qué fuerzas dominan el mundo merecen los mismos derechos y el mismo respeto que cualquier otra fe. El dodecateísmo sigue siendo una religión escondida, camuflada, percibida como vergonzosa. Y esto, bajo un Estado que supuestamente defiende la libertad de credo y culto, es inaceptable.
Para muchos, Apolo es solo una figura de los museos, de las Olimpíadas, del marketing o los videojuegos. Fuera de esos contextos, parece una noción absurda. Pero, ¿acaso hay una religión menos absurda que otra? ¿Existen creencias religiosas dignas de respeto y otras no tanto? ¿Quién tiene la autoridad para decidirlo?
Con rapidez, lanzas la rama a las aguas de la fuente y te desvaneces entre las sombras. Ha sido otra muestra de adoración escueta, minúscula, tímida y fugaz. Incluso podrían multarte por pisar el césped, así que no puedes hacerlo de otra forma. ¿O quizás sí? Quizás un día no tengamos que escondernos, y nuestros rituales puedan ser visibles y respetados, como los de cualquier otra fe.
- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
Etiquetas
Dodecateismo- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
Comentarios
Publicar un comentario