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Helios: Solsticio de verano

Desnúdate. Deja que Helios descubra tu cuerpo y siente su rigor. Desde lo alto del monte, la brisa es aún fresca sobre el Mediterráneo y aliviará la inclemencia de sus rayos.

Es un mediodía de adoración. Haz una ligera muestra de tu devoción hacia la potencia de Helios a la hora elegida en este solsticio, dedícale una canción o una construcción, manifiesta con tu minúscula existencia el hecho de que comprendes ante lo que estás presente.

Varias religiones lo han adorado con distintos nombres, pero tú, desde lo alto, sabes que ello no altera en absoluto el hecho de que estás ante una de las mayores fuerzas que conoce tu pequeño planeta. La fuerza de todas las fuerzas: Helio. 

Un dios inclemente, eterno -comparado con tu minúscula existencia-, incombustible. No necesitas fe para entender que el solsticio es un momento mágico. Abre los ojos. Mira a tu alrededor. Ciérralos y siéntelo en tu piel. Con esa acción celebras el origen del Helenismo y el día 1 de muchos calendarios ya desaparecidos. 

Tú ya lo sabes, nada de lo que conoces existiría sin el Sol, sin su luz. En la más absoluta oscuridad, reina la nada. Deja que un poco de su potencia desnude tu condición de mortal. Extiende tus brazos, ahora comprendes porqué tantos soñaron tomarlo con dos manos.  

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