Es extraño, nosotros consideramos que las Musas no pueden ser diosas, la producción artística es obra del Hombre. ¿Dónde está la intervención divina?
Sin embargo cuando hablamos de Tiqué -el destino y la fortuna- o de Feme -la fama y los cotilleos- admitimos que nosotros no tenemos dominio alguno sobre los golpes de la suerte. Y es que, suele haber temor en lo que respecta a este tema, como si fuese mejor no tentar al destino.
Pero luego, cuando miras al éxito ajeno, no a los éxitos minúsculos ni a los trofeos de tu vecino, sino al verdadero éxito, al que se cuenta en billetes de 500€, los enormes premios del Euromillones... Cuando ves a aquel consigue verdadero éxito material, te preguntas que hay allí que lo hace tan inalcanzable. El locus -el dominio, el control- está fuera de tu psiquis. Ya no eres tú el creador.
Tiqué está relacionada con las Musas. Es fácil descubrir que hay canciones, libros, obras de teatro, películas que han llegado a una inmensa mayoría. Hay algo sagrado en ese éxito, que por mucho que te burles de él, no puedes ignorar. Algo tan inalcanzable para cualquier crítica como el éxito mismo para la mayoría de nosotros, para esta vasta mayoría de espectadores de la que formamos parte.
El arte que disfrutamos durante décadas, que sobrevive a los años y a las modas, que consigue sacar chispazos de tu cerebro ¿qué tiene? ¿qué le permite ser tal? ¿por qué no muere ni envejece como el resto de nosotros?
El éxito tiene algo curioso: y es el efecto de Feme sobre las miles de caras olvidadas que en su día fueron inolvidables. Esos grandes artistas que acaban ridiculizados en un mito irreconocible, una broma macabra de sí mismos... Aún así, el milagro es ver que las obras perduran.
Tiqué es un misterio cuando besa las manos de las Musas. Hay algo sorprendente en el disco de platino en plena era del pirateo, algo inexplicable en esos acordes, en esas palabras o en ese número de cinco cifras que se te escapa de los dedos.
Y por más que nos creamos dueños de nuestra vida y luego nos sintamos indignados porque las cosas no van como las planeamos. Volveremos a nombrar a Tiqué con otros nombres, entre palabrotas.
Entonces, tal vez admitimos que su obra es, en sí misma, una incógnita. Ella no sólo es la diosa del destino, es la reina indomable del azar, una incógnita irresoluta que tú no despejarás jamás. Y si allí no ves a una deidad entonces entonces ¿qué ves?
Tiqué es un misterio cuando besa las manos de las Musas. Hay algo sorprendente en el disco de platino en plena era del pirateo, algo inexplicable en esos acordes, en esas palabras o en ese número de cinco cifras que se te escapa de los dedos.
Y por más que nos creamos dueños de nuestra vida y luego nos sintamos indignados porque las cosas no van como las planeamos. Volveremos a nombrar a Tiqué con otros nombres, entre palabrotas.
Entonces, tal vez admitimos que su obra es, en sí misma, una incógnita. Ella no sólo es la diosa del destino, es la reina indomable del azar, una incógnita irresoluta que tú no despejarás jamás. Y si allí no ves a una deidad entonces entonces ¿qué ves?
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