Ir al contenido principal

Dioniso

No hay dios más inescrutable que Dioniso. La complejidad cíclica de su nacimiento, muerte y resurrección, las dificultades que enfrenta su simbología y el desarrollo de un credo prácticamente monoteísta alrededor de su figura son indicios de su enorme misticismo.

Hijo de Zeus y la mortal Sémele, gracias a la trampa que Hera le tendió, su padre fulminó a su madre. Fruto de esta unión carnal entre dios y mortal y de su posterior uxoricidio, nació Dioniso. Esa mezcla irracional entre creación y destrucción es la huella que marcará de por vida al espíritu dionisiaco.

Resulta difícil comprender el simbolismo de que Zeus extraiga al feto del cadáver de Sémele y lo cosa en su muslo, hasta que vuelve a darlo a luz. ¿Por qué a su muslo? ¿Por qué Zeus gesta a Dioniso de esta manera? Si es una opción, ¿por qué esto ocurre únicamente con Dioniso?

La primera de las calamidades que enfrentara en sufridor Dioniso consistió en nacer dos veces. Pero no es la única vez que murió.

Evidentemente los helenos aborrecían al canibalismo, a pesar de que fuera una de las prácticas más comunes y sostenidas durante la Edad de piedra europea. Basta ver en los vestigios arqueológicos las trazas de sílex que tienen los huesos largos en los enterramientos para comprender la generalización de la antropofagia.

A partir del 4000 a.n.e., al consolidarse la Edad de los metales, los minoicos, micénicos y sus sucesores helenos, pusieron fin de la ingesta de carne humana. Resulta evidente que ofrecer un banquete de carne humana era una aberración tanto para ellos como lo es para nosotros.

Por ello el que los Titanes, maten, descuarticen y se alimenten del pequeño Dioniso, ingiriendo todo menos su corazón -del que renacerá-, representa un viaje del pequeño a la Edad de Oro de la segunda generación divina. Dioniso es el único dios olímpico que formó parte de la dieta de los dioses desterrados, hijos de Gea y Urano una vez que Zeus ya hubiera puesto orden en la tierra. Esta vejación resulta alarmante porque si Zeus no protegió a su propia prole de ese daño letal ¿qué podemos esperar nosotros de los dioses?

El hecho de que Dioniso atraviese una fortuna similar a los hermanos de Zeus puede ser una forma de activar el papel de Zeus como liberador o como “resucitador”, dado que forma a Dioniso únicamente a partir de su corazón. En la segunda vez que Zeus le da vida.
Su posterior exilio a Oriente y su particular retorno coronado por el tíaso, es otro de sus misterios. 
¿Qué vivencias lo transformaron en el señor del desenfreno? ¿Qué misterios conoció? Partió como un semidios frágil que pierde su vida en mano de múltiples infortunios y retornó triunfal, consolidado y divino.

La comitiva de sátiros, ménades y ninfas que lo acompañan son vivas representaciones del inconsciente. Las fuentes han guardado en secreto el rito de paso que lo consagró como dios legítimo -y como diosa, ya que Dioniso no abarca únicamente un sexo-.

El Señor de Oriente es la más clara encarnación del inconsciente colectivo. La liberación de los instintos gracias al fin del control. Por eso el dimorfo genera tanta vida, cópula y música como muerte, violación y transgresión va dejando detrás.

El descontrol y el fin de la norma se desatan con la ingesta de vino, lo cual lo hace el dios de la vid. Y la piel de zorro con la que cubre su espalda en sus representaciones, lo vincula con la vida salvaje e indómita. La parra es su símbolo por excelencia y la hiedra, su antídoto. Por eso durante su celebración intentamos librarnos simbólicamente de sus efluvios con un brazalete de hiedra.
Aun así, nadie escapa de su poder. El mismo Hefesto retorna al Olimpo a liberar a Hera montando una burra gracias a Dioniso, quien doblega su voluntad.

Sus múltiples resurrecciones y sus cameos por el Hades alimentaron interpretaciones órficas que difícilmente podamos decodificar y transcribir, mucho menos si consideramos que pertenecen a la noche de la consciencia.




Comentarios

Entradas populares de este blog

Apolo, un dios con CV

 Ἀπόλλων no es el dios del Sol, tampoco lo era para los helenos. Apolo representa la peste, la plaga y la epidemia, pero también la creación y la vida. Es una antítesis y como toda entidad compleja, con el paso del tiempo cobró cada vez más significado hasta que, hacia comienzos del primer milenio, acabó acaparando la figura de Helio, el dios del sol. Es curioso porque hay, en el panteón, figuras que representan las mismas fuerzas que Apolo encarna. Para ser tutor de las Artes, están las Musas; para ser dios de la salud, tenemos a Asclepio; para dios de la destrucción, está Hades.    La novedad es que Apolo es el dios oracular por excelencia y el dios de la armonía. Y es que hay en el ciclo de creación y destrucción una evidente armonía de fuerzas -que en el 98% de las veces se salda con la extinción- evolutivas. Apolo tiene un origen que dista de poder considerarlo “el más griego de los dioses”, hay referencias bíblicas que lo identifican con el demonio o con ot

Adonia: el regreso con Perséfone

La celebración de la Adonia, tal como lo hemos adelantado, consiste en pequeños rituales muy significativos. En primer lugar, un “brindis fúnebre” por la vida que dejamos. Utilizamos para ello zumo de granada mezclado con alguna bebida alcohólica -preferentemente Ratafía-. La ratafía, hecha con la sangre de la menta -entre otras hierbas silvestres- será nuestro último trago. Se exprime la granada y sus semillas caen y se mezclan con la bebida y se toma de un golpe. El simbolismo de la semilla de granada -la cual condenó a Perséfone al Hades-, y su consumo se hace en honor al engaño con el que Hades que nos conduce a la muerte. La granada era una planta con la que se decoraban los monumentos fúnebres. Por eso, posteriormente cogemos una granada entera y sin cortar por persona, velas pequeñas y nos vamos en dirección al cementerio una vez caída la noche. Esa granada que arrojamos será nuestro alimento y reserva para el más allá. Lo ideal es subir a un montículo para poder

Qui exaudivit me in die tribulationis meæ, salvum me fac

Desde el fin del año y hasta el solsticio de invierno, la noche crece día a día. En el silencio del riguroso invierno encontramos un momento para pensar en todos aquellos que sufren. Los que están enfermos, los que acaban de descubrirlo, los que acaban de marchar. Por todos ellos elevemos juntos un ruego y hermanemos nuestros corazones:  Qui exaudivit me in die tribulationis meæ, salvum me fac.  Que quien los escuche, los salve. Dejamos un farol encendido fuera de casa con un cirio con la esperanza de que esa luz y ese calor alivien sus corazones.