En la metalurgia,
la intoxicación por metales pesados: arsénico (As), cobalto (Co), cromo (Cr), cobre (Cu), mercurio (Hg), níquel
(Ni), plomo (Pb) o estaño (Sn) ha sido una constante durante la historia de la
Humanidad. Su acumulación definitiva en el organismo produce, entre otras
manifestaciones, alteraciones óseas visibles que afectan las extremidades.
Aún hoy, se emplea Hg en la extracción de oro. Aunque este trabajo en
las minas suele estar bien pagado, la esperanza de vida de los mineros es muy corta
y las condiciones laborales, paupérrimas. En la Antigüedad,
la vida alrededor de las forjas también era penosa y solía tener un dramático
final.
Hefesto,
dios del fuego y de la forja, hijo de Hera, era el “dios cojo”. Representado generalmente
con los pies al revés, había nacido con malformaciones
congénitas que lo vinculan a las deformidades y a las anomalías cromosómicas.
Todas ellas producto de una exposición a los metales pesados anteriormente
mencionados.
Su
deformidad causa que Hera lo esconda de los otros dioses y, tal como hemos
comentado, lo expulse del Olimpo, lanzándolo al vacío.
La creatividad
y el ingenio del dios cojo ayudó a Afrodita, Hermes, Helio, Zeus y al mismísimo
innombrable para proporcionarse el equipamiento necesario para ser, obrar y
representar lo que eran. Hefesto es, sin duda, el dios más creativo del panteón olímpico.
A pesar de
casarse con Afrodita, el matrimonio no ha sido fecundo y Hefesto no tuvo hijos con
ella. En cambio, con Aglaya, “la resplandeciente”, tuvo a Euclea, Eufema, Eutenea
y Filofrósine, diosas de la gloria, del correcto discurso, de la prosperidad y
de la amabilidad respectivamente.
A pesar de
tan excelso linaje, siempre era objeto de burlas en el Olimpo y su ascenso en
burro, borracho, en manos de Dionisio es un ejemplo de la poca nobleza que le
atribuían los otros dioses. Distintos autores también lo relacionan con la
creación de Pandora o con el encadenamiento de Prometeo.
Para
nosotros es la llama y la luz que ilumina la primera fiesta solar, el 1ero de
febrero y nos abre camino a la celebración de un nuevo año religioso.
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