
Tú, que ciego de placeres
cierras del alma los ojos,
contempla en estos despojos
lo que fuiste, lo que has de ser.
Ven a este sitio a aprender
del Hombre su duración.
Que en esta triste mansión
de desengaño y consejo,
cada sepulcro es espejo,
cada epitafio lección.
Esta poesía está grabada en una placa en la entrada del cementerio de Porteña (Provincia de Córdoba, Argentina).
ResponderEliminarTambién se encuentra en una placa de mármol blanco con letras doradas en la entrada del cementerio de San Miguel, provincia de Buenos Aires, donde se adjudica la autoría de este hermoso poema a Francisco Acuña de Figueroa. ¿Podría alguien confirmarlo?
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