En la Antigua Grecia, los nothos -νόθος- eran aquellos nacidos fuera del matrimonio legítimo y, por lo tanto, carecían de los derechos y privilegios de los hijos legítimos. En Atenas, las leyes definían con precisión el estatus legal de los ciudadanos y establecían que solo los hijos de un matrimonio legítimo entre ciudadanos podían ser reconocidos como ciudadanos plenos. Esta distinción era fundamental, ya que la ciudadanía no solo confería derechos políticos, sino también acceso a propiedades, linaje y participación en la vida de la polis.
Las restricciones sobre los nothos fueron reforzadas en el siglo V a.C. con el Decreto de Pericles, el cual estipulaba que solo aquellos nacidos de padre y madre ateniense podían ser ciudadanos. Tucídides menciona este decreto en su obra histórica, señalando que tuvo un impacto significativo en la sociedad ateniense, ya que afectó tanto a los hijos nacidos de matrimonios con extranjeras como a los hijos ilegítimos. Como consecuencia de esta medida, muchos fueron privados de su condición ciudadana y quedaron excluidos de los beneficios políticos y sociales.
Las leyes de Solón, que regulaban múltiples aspectos de la vida ateniense, también establecían restricciones sobre los nothos. Según Aristóteles en su "Constitución de los Atenienses", Solón privó a los hijos ilegítimos de la herencia paterna, garantizando que solo los descendientes legítimos pudieran recibir propiedades y continuar el linaje familiar. Además, estos hijos no podían ocupar ciertos cargos públicos, lo que los mantenía en una situación de exclusión permanente.
Los hijos ilegítimos en Atenas no solo eran excluidos de la ciudadanía, sino que ni siquiera podían participar en ciertas ceremonias religiosas oficiales. Un ejemplo impactante fue el caso de los hijos de Pericles con Aspasia de Mileto, quienes inicialmente fueron privados de derechos políticos por ser nothos. Solo en circunstancias excepcionales se hacía una concesión, como ocurrió cuando Atenas sufrió grandes pérdidas en la Guerra del Peloponeso y se flexibilizaron las leyes de ciudadanía.
Las fuentes literarias también reflejan el estigma social que pesaba sobre los nothos. En las tragedias de Eurípides, se alude a la dificultad de los hijos ilegítimos para integrarse plenamente en la sociedad. En "Hipólito", Fedra alude al hecho de que Hipólito, hijo de Teseo y la amazona Hipólita, no tenía los mismos derechos que un hijo legítimo. Asimismo, en la "Electra" de Sófocles, el personaje de Egisto desprecia a Orestes y lo califica de bastardo en un intento de desacreditar su derecho al trono.
En otras polis griegas, la situación de los nothos variaba. En Esparta, donde la crianza de los niños estaba altamente regulada por el Estado, la cuestión de la ilegitimidad no tenía el mismo peso que en Atenas. Plutarco, en su "Vida de Licurgo", menciona que en Esparta lo fundamental era la fortaleza física y la preparación para la guerra, más que el linaje legítimo. En algunas ocasiones, los hijos ilegítimos podían integrarse en la sociedad si demostraban habilidades militares destacadas.
El destino de los nothos podía ser aún más severo si no eran reconocidos por sus padres. En algunos casos, los niños eran abandonados al nacer, especialmente si la madre no tenía medios para criarlos. Aristófanes, en sus comedias, menciona el abandono de niños no deseados, lo que sugiere que la ilegitimidad estaba estrechamente vinculada con la exclusión social. En casos extremos, los hijos ilegítimos podían ser vendidos como esclavos, algo que se menciona en fuentes históricas como la "Constitución de los Atenienses" de Aristóteles.
En Roma, los hijos ilegítimos enfrentaban una situación similar. Las Doce Tablas, el primer cuerpo legal romano, establecían que los spurii -equivalente latino de los nothos- no tenían derechos hereditarios. Más tarde, las reformas de Justiniano en el siglo VI, reafirmaron esta discriminación, prohibiéndoles incluso recibir alimentos del patrimonio familiar. Cicerón, en sus discursos, alude a la ilegitimidad de ciertos personajes como una mancha social que los descalificaba de la vida pública.
En términos militares, aunque en algunas ciudades podían servir en el ejército, nunca alcanzaban los rangos más altos. La sociedad griega, fuertemente estructurada en torno a la familia y la legitimidad, relegaba a estos hijos a una posición subordinada, asegurando que la pureza del linaje y la transmisión de la ciudadanía permanecieran intactas.
El sistema griego de exclusión de los nothos revela una sociedad obsesionada con la legitimidad y la continuidad del linaje ciudadano. Las leyes y costumbres reforzaban la distinción entre los nacidos dentro y fuera del matrimonio, privando a los ilegítimos de los derechos fundamentales que definían la vida de un ciudadano. A través de los relatos históricos, filosóficos y literarios, se evidencia cómo esta exclusión no solo tenía implicaciones legales, sino que formaba parte de una estructura social que aseguraba el control de la ciudadanía y la pureza del linaje en la polis.
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