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Las Erinias: Diosas de la venganza


Adolphe William Bouguereau, “Orestes perseguido por las Furias”, 1862.

Las Erinias, también conocidas como las Furias, son figuras temibles que forman parte del séquito de Hades. Estas diosas de la venganza se encargan de castigar a quienes cometen crímenes atroces, especialmente aquellos relacionados con el asesinato de familiares. Representan la justicia divina implacable, persiguiendo a los culpables y atormentándolos hasta que expíen sus faltas.

Aunque las Erinias pueden actuar tanto en el mundo de los vivos como en el inframundo, su estrecha relación con Hades se manifiesta en el castigo perpetuo que imponen a las almas condenadas. Esta conexión refuerza la idea de que el Hades no es solo un lugar de reposo para las almas, sino también un reino donde se imparte la justicia cósmica.

Las Erinias forman un trío de deidades femeninas encargadas de mantener el orden universal. Temidas por los mortales y respetadas por los dioses, persiguen a los culpables incansablemente, personificando la venganza retributiva que asegura que los crímenes no queden impunes.

Cada una de las Erinias tiene un papel específico: Megera, cuyo nombre significa "celosa" o "rencorosa", castiga los crímenes impulsados por la ira y los celos; Alecto personifica la cólera interminable, mientras que Tisífone se especializa en castigar el asesinato. Juntas, supervisan tanto las transgresiones físicas como las morales, particularmente aquellas que afectan el núcleo familiar, como el parricidio o el matricidio.

Según las versiones más tradicionales de la literatura, las Erinias son hijas de Gea y Urano -la Tierra y el Cielo, respectivamente-, aunque en algunas interpretaciones también se las considera hijas de Nix, la Noche. Esta conexión con las fuerzas primordiales o dioses de primera generación, refuerza su rol como agentes imparciales y severos de la justicia. A diferencia de los dioses de tercera generación, que pueden ser indulgentes, las Erinias no descansan hasta que se haga justicia.

En cuanto a su apariencia, son descritas de manera aterradora: serpientes en el cabello, ojos llenos de ira y látigos o antorchas encendidas como símbolos de tortura y castigo. Su mera presencia infundía un terror paralizante en quienes las veían, reflejando su naturaleza inquebrantable y vengativa.

En la literatura griega, las Erinias, y en particular Megera, aparecen en varias tragedias como personificaciones del remordimiento y la culpa. En "Las Euménides" de Esquilo, por ejemplo, persiguen a Orestes, quien ha asesinado a su madre Clitemnestra para vengar a su padre Agamenón. A pesar de que el crimen de Orestes fue motivado por un sentido de justicia, las Erinias lo persiguen para castigarlo por el matricidio.

Este tipo de representaciones subraya que las Erinias no son malvadas por naturaleza, sino ejecutoras de un orden superior. Aunque puedan parecer crueles e implacables, garantizan que se cumpla la justicia divina y que los crímenes graves no queden impunes.

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