A menudo etiquetada como la "esposa celosa de Zeus", su comportamiento no debe interpretarse simplemente como un desahogo emocional, sino como la manifestación de su rol en el panteón: preservar el orden cósmico y el rol hierogámico -matrimonio sagrado- que ostenta.
Según Hesíodo en "La Teogonía", Hera se une a Zeus en una boda sagrada, simbolizando la unión del cielo y la tierra, lo que la convierte en una guardiana de este pacto sagrado. Cuando Zeus lo rompe, las represalias de Hera son actos de justicia divina, no simples ataques de celos.
Vernant en "Mito y Pensamiento en la Antigua Grecia", afirma que los celos de Hera no son una cuestión de inseguridad personal, sino una manifestación de este papel en el orden cósmico, ya que Hera es una diosa que protege el nomos -la ley- y el orden social, defendiendo las estructuras tradicionales contra las fuerzas caóticas emergentes.
Uno de los ejemplos más célebres de los celos de Hera es el caso de Io. Zeus se enamora de Io, una sacerdotisa de Hera, y para ocultar su infidelidad, la transforma en una ternera blanca. Hera, desconfiada, pide a Zeus que le entregue la ternera como regalo, y luego encarga a Argos Panoptes, el gigante de los cien ojos, que la vigile. Finalmente, Hermes mata a Argos por orden de Zeus, pero Hera coloca los ojos del gigante en la cola del pavo real, su animal sagrado, perpetuando su vigilancia eterna.
Esta historia, narrada por Ovidio en "Las Metamorfosis", ilustra cómo los celos de Hera pueden interpretarse como una búsqueda de justicia y castigo a la infidelidad, pero también como un símbolo del poder femenino que busca controlar y regular las transgresiones dentro del orden establecido.
Otro ejemplo destacado es la persecución de Leto, madre de Apolo y Artemisa. Hera, enfurecida por el embarazo de Leto, impide que dé a luz en tierra firme, lo que obliga a Leto a vagar hasta encontrar la isla de Delos, donde finalmente nacen sus hijos. Según el "Himno Homérico a Apolo", Hera incluso prohíbe a Ilitía, diosa de los partos, asistir a Leto durante el parto. Esta persecución no solo refleja los celos, sino también el poder de Hera para influir en los destinos divinos y mortales.
La historia refleja el conflicto entre el poder matriarcal arcaico representado por Hera y la amenaza que representan las nuevas generaciones de dioses, especialmente aquellos engendrados fuera del orden que representa su matrimonio. La figura de Leto, una diosa menor, representa un desafío a la autoridad de Hera, quien defiende su posición como reina de los dioses.
Quizás el ejemplo más conocido de las reacciones viscerales de Hera es su odio hacia Heracles, hijo de Zeus con Alcmena. Desde su nacimiento, Hera intenta eliminar al héroe, enviando dos serpientes para matarlo en su cuna, un evento narrado por Píndaro en sus "Odas". Heracles, sin embargo, estrangula a las serpientes con sus propias manos, demostrando desde temprana edad su fortaleza divina. Hera no cesa en su intento de destruirlo; lo afecta psicológicamente de manera tan brutal que lo lleva a cometer el terrible acto de asesinar a su esposa e hijos.
Recordemos lo que ya hemos mencionado al hablar de Karl Kerenyi y su "The Gods of the Greeks", el comportamiento de Hera puede inter
pretarse como una reminiscencia de antiguas diosas madre preolímpicas, cuyo poder e independencia fueron asimilados y modificados con la llegada del panteón olímpico. La transición de Hera de una diosa madre independiente a la esposa de Zeus refleja esta lucha de poder en una sociedad en transición de estructuras matriarcales a patriarcales.
Hera, entonces, no es simplemente una diosa celosa; es una fuerza primordial que defiende el orden y la justicia cósmica, enfrentando los desafíos tanto dentro como fuera del Olimpo. Su historia es un recordatorio de las antiguas deidades femeninas y de la lucha eterna entre las fuerzas que buscan establecer y preservar el equilibrio en el cosmos.
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