Ir al contenido principal

Noche de San Juan

Desde la Antigüedad, cuando los europeos celebraban el solsticio de verano, unos pocos días más tarde, el día comenzaba a hacerse notablemente más corto.

Sentían que el sol "se apagaba" y se debilitaba, por ello, encendían hogueras durante la primera noche para darle calor. Es una forma encantadora de intentar, desde lo humano, interceder en lo cósmico. El dodecateísmo tiene mucho de eso y por eso, siente que la noche de "San Juan" es una de las pocas fiestas mal llamadas "paganas" que sobrevivieron a través de los siglos.

Lógicamente que la noche se consagra a Apolo. Es él, más que Helio, quien mejor representa la interacción entre las ansias humanas y lo divino, conjugando luz, sanación y adivinación del porvenir.

Apolo abre el mes de la sanación, en el inicio del verano, un momento donde la sequía y las plagas de insectos comienzan a hacerse visible sobre la tierra humeante. Alejar las plagas para que no vacíen los silos era trascendental. Los meses de verano podían ser duros y el agua y la comida, podían escasear. El verano siempre fue una prueba de supervivencia tan severa como el riguroso invierno.

Es un mes consagrado a la salud y a la curación. Los viajes hacia los templos y las visitas a los oráculos aún hoy se mantienen vivos gracias las reservas hoteleras que recibe España, Francia, Egipto, Grecia, Italia y Turquía. 

A veces el helenismo sobrevive en el inconsciente europeo y únicamente hay que abrir los ojos para descubrirlo en uno.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Adonia: el regreso con Perséfone

La celebración de la Adonia, tal como lo hemos adelantado, consiste en pequeños rituales muy significativos. En primer lugar, un “brindis fúnebre” por la vida que dejamos.  Utilizamos para ello zumo de granada mezclado con alguna bebida alcohólica -preferentemente Ratafía-. La ratafía, hecha con la sangre de la menta -entre otras hierbas silvestres- será nuestro último trago. Se exprime la granada y sus semillas caen y se mezclan con la bebida y se toma de un golpe.  El simbolismo de la semilla de granada -la cual condenó a Perséfone al Hades-, y su consumo se hace en honor al engaño con el que Hades que nos conduce a la muerte.   La granada era una planta con la que se decoraban los monumentos fúnebres. Por eso, posteriormente cogemos una granada entera y sin cortar por persona, velas pequeñas y nos vamos en dirección al cementerio una vez caída la noche. Esa granada que arrojamos será nuestro alimento y reserva para el más allá. Lo ideal es subir a un montículo p...

Adonia, el regreso con Perséfone

La Adonia  es un rito anual de carácter funerario y simbólico que se celebra en honor a Adonis , ligado profundamente al ciclo de la vida, la muerte y el renacimiento. Su representación incluye elementos de despedida y preparación para el más allá , siguiendo tradiciones que datan de la antigua Grecia. Aunque el culto histórico a Adonis tiene raíces orientales , fue ampliamente adoptado en Grecia, especialmente en Atenas, donde se mezclaron los elementos locales con los rituales importados, convirtiéndose en una celebración significativa del calendario religioso. El rito comienza con un " brindis fúnebre ", utilizando zumo de granada , una fruta de connotaciones simbólicas profundas. En textos antiguos como los Himnos Homéricos  se menciona la granada en relación con Perséfone , hija de Deméter , quien al consumir sus semillas quedó condenada al inframundo, lo que da inicio al mito del ciclo estacional y su estadía en el Hades . El zumo, mezclado con ratafía -un licor el...

"El estudiante de Salamanca" por José de Espronceda

     Era más de media noche, antiguas historias cuentan, cuando en sueño y en silencio lóbrego envuelta la tierra, los vivos muertos parecen, los muertos la tumba dejan. Era la hora en que acaso temerosas voces suenan informes, en que se escuchan tácitas pisadas huecas, y pavorosas fantasmas entre las densas tinieblas vagan, y aúllan los perros amedrentados al verlas: En que tal vez la campana de alguna arruinada iglesia da misteriosos sonidos de maldición y anatema, que los sábados convoca a las brujas a su fiesta. El cielo estaba sombrío, no vislumbraba una estrella, silbaba lúgubre el viento, y allá en el aire, cual negras fantasmas, se dibujaban las torres de las iglesias, y del gótico castillo las altísimas almenas, donde canta o reza acaso temeroso el centinela. Todo en fin a media noche reposaba, y tumba era de sus dormidos vivientes la antigua ciudad que riega el Tormes, fecundo río, nombrado de los poetas, la famosa Salamanca, insigne en armas y letras, patria d...