"Circe ofreciendo la copa a Ulises" por John William Waterhouse (1891)
Circe es hija de Helios, el dios del Sol, y de la oceánide Perseis. De impactante estirpe, es hermana de Pasífae y tía de Medea. Destacada por su habilidad en la hechicería y su profundo conocimiento de las artes ocultas, Circe es recordada como la poderosa hechicera que habitaba en la isla de Eea. Su historia, inmortalizada en la “Odisea” de Homero, revela a una figura ambigua, capaz de ser una amenaza mortal y, al mismo tiempo, una aliada crucial para los héroes que se cruzan en su camino.
Al pertenecer a la estirpe divina de Helios, cuyo poder sobre la luz y el día influía en los dioses y en los hombres, hereda el poder de la adivinación. De su madre, la oceánide Perseis o Perse, hereda poderes primordiales del océano. Las oceánides son un grupo 3000 hijas de los titanes Océano y Tetis.
El poeta Hesíodo, en su obra "Teogonía", menciona a Circe como una figura destacada entre los hijos de Helios, cuyo linaje sobrenatural hizo de ella una de las hechiceras más poderosas de la antigüedad, capaz de manipular tanto el mundo natural como el sobrenatural.
La isla de Eea, es un lugar misterioso descrito como "cubierto de bosques" y lleno de criaturas encantadas. La ubicación exacta de esta isla ha sido objeto de debate entre los antiguos y los modernos, pero se suele situar en algún punto del Mediterráneo occidental, posiblemente en las cercanías de Italia. En "La Odisea", Homero describe la isla como un paraíso lleno de maravillas y peligros, donde Circe habitaba en un palacio rodeado de leones y lobos, animales que en realidad eran hombres transformados mediante sus pociones.
Homero relata que Circe, "de voz clara y cabellos dorados", pasaba sus días tejiendo y cantando con una voz tan hermosa que los marineros eran atraídos irremediablemente hacia ella. Su palacio, según Homero, estaba rodeado de bestias dóciles que eran en realidad víctimas de su hechicería, transformadas por los poderes de la hechicera en un instante.
El encuentro entre Circe y Odiseo es uno de los episodios más memorables de "La Odisea". Al llegar a Eea, Odiseo envió a un grupo de exploradores encabezados por Euríloco. Homero describe cómo Circe recibió a los hombres con amabilidad y les ofreció una bebida mezclada con farmakon, una poderosa poción mágica. Una vez bebieron, los marineros fueron transformados en cerdos, perdiendo su forma humana, aunque reteniendo su consciencia.
Euríloco, que había evitado entrar al palacio, escapó y advirtió a Odiseo sobre el destino de sus compañeros. Antes de enfrentarse a Circe, el héroe recibió la visita de Hermes, quien le entregó una hierba mágica llamada Moly, un antídoto contra los encantamientos de Circe. Hermes le aconsejó que, una vez resistido el efecto de la poción, enfrentara a la hechicera con valentía y que, si era necesario, la amenazara con su espada.
Odiseo siguió el consejo de Hermes. Cuando Circe intentó transformarlo, la poción no tuvo efecto. Sorprendida por la resistencia de Odiseo, la hechicera lo reconoció como un hombre distinto a los demás y lo invitó a compartir su lecho como signo de paz. En un gesto de reconciliación, Circe devolvió a los marineros su forma humana y acogió al rey de Ítaca y a su tripulación en su palacio durante un año.
Más allá de su habilidad para transformar a los hombres en bestias, Circe poseía el don de la profecía y un vasto conocimiento de los rituales y prácticas mágicas. Según Homero, Circe no solo sedujo a Odiseo con su belleza y encantos, sino que también se convirtió en una consejera crucial para el héroe. Antes de permitir que Ulises abandonara la isla, Circe le ofreció importantes consejos para superar los peligros que le aguardaban en su camino de regreso a Ítaca.
Circe le instruyó sobre cómo debía visitar el Hades para consultar al adivino Tiresias. Esta guía espiritual y práctica fue esencial para que Ulises continuara su viaje, demostrando que Circe, aunque inicialmente una antagonista, se convirtió en una aliada que facilitó el regreso del héroe a su hogar. El episodio de la consulta al Hades es significativo porque muestra la profundidad del conocimiento de Circe sobre el inframundo y su capacidad para conectar a los vivos con los muertos.
Durante ese año, Circe dará luz a Telégono y a Latino, ambos hijos de Ulises. Al crecer, uno será gobernador de los Etruscos y el otro reinará sobre los latinos en el Lacio, pero Telégono será célebre por matar a su padre sin saber que era tal. Platón menciona a Circe en sus "Diálogos" como un ejemplo de los peligros del placer y de la transformación del alma humana cuando se rinde a los instintos básicos. En este sentido, Circe es vista como una figura que desafía a los héroes a enfrentarse a sus propios deseos y debilidades.
Circe también será madre de Agrio, Romo, Antias y Árdeas, epónimos de las ciudades de Roma, Anzio y Ardea, respectivamente.
"Circe Invidiosa" por John William Waterhouse (1892)
En obras posteriores a Homero, Circe es retratada como una hechicera aún más poderosa y ambigua. Ovidio, en sus "Metamorfosis", narra otros episodios de la vida de Circe, destacando su relación con los dioses y los hombres. Ovidio cuenta cómo Circe se enamoró de Glauco, un dios marino, pero fue rechazada. En un arrebato de celos, Circe transformó a su rival, la ninfa Escila, en un monstruo marino de múltiples cabezas, condenándola a vivir en las aguas de Sicilia, acechando a los marineros.
En la obra "Argonáutica" de Apolonio de Rodas, Circe también aparece como una figura redentora. Su sobrina Medea y Jasón acuden a ella para buscar purificación tras el asesinato de Absirto. Circe, mostrando un lado compasivo y maternal, realiza un ritual de purificación para expiar sus crímenes, aunque también les advierte que deberán enfrentar las consecuencias de sus actos.
En el contexto de los estudios modernos, Circe es a menudo vista como una representación de la figura femenina que controla su propio poder y destino. Las interpretaciones feministas de Circe la presentan como una mujer independiente que no se somete a las normas patriarcales, utilizando su magia y sus habilidades para mantener el control sobre su propia vida y su entorno. Esta visión contemporánea resalta a Circe como un símbolo de autonomía y poder femenino en un mundo dominado por hombres.
Circe ha dejado una marca indeleble en la literatura y el arte a lo largo de los siglos. Desde los poemas homéricos hasta las óperas barrocas, su figura ha sido reimaginada y reinterpretada, siempre representando un emblema de la fascinación por lo oculto, el poder de la magia y la autonomía femenina. Para los antiguos griegos, Circe encarnaba la dualidad de la hechicera: capaz de ser tanto una amenaza devastadora como una aliada sabia y poderosa.
Comentarios
Publicar un comentario